El PLD tropieza en las elecciones a la Cámara Alta: el inicio de un fenómeno Trump a la japonesa
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Tras las elecciones a la Cámara de Consejeros celebradas el día 20 de julio, la política japonesa ha entrado en un periodo de inestabilidad. Entre los factores destacados, el auge de un nuevo partido de extrema derecha sugiere que ha surgido un fenómeno al estilo Trump en Japón.
La política de partidos japonesa, en una “zona inexplorada”
En las elecciones a la Cámara de Consejeros, la Cámara Alta de la Dieta, celebradas el 20 de julio de 2025 se disputaron 125 escaños: la mitad del total de 248, más uno adicional por reposición.
De estos, el Partido Liberal Democrático (PLD), en el poder, obtuvo solo 39 escaños. Aunque superó el mínimo histórico de 36 registrado en 1989, este número supuso una amarga derrota puesto que perdió 13 escaños respecto a los que ocupaba anteriormente. El partido Kōmeitō, su socio de coalición, también tuvo un mal desempeño, con apenas 8 escaños, 6 menos que antes, afectado entre otras cosas por el envejecimiento de su base de apoyo, el grupo religioso Sōka Gakkai.
Como el PLD y el Kōmeitō contaban con 75 escaños no sujetos a renovación, el primer ministro Ishiba Shigeru había fijado como “objetivo indispensable” que la coalición obtuviera al menos 50 escaños para mantener la mayoría (125) en la Cámara Alta. Sin embargo, solo lograron 47, perdiendo así la mayoría también en esta cámara tras haberla perdido ya en la Cámara Baja.
Es la primera vez en la historia que el PLD, que en noviembre conmemora el 70.º aniversario de su fundación, gobierna siendo una minoría tanto en la Cámara de Representantes —la Cámara Baja— como en la de Consejeros. En ese sentido, la política japonesa está entrando ahora en una “zona nunca antes explorada”.
En la década de 1990, marcada por escándalos financieros, Japón reformó el sistema electoral de la Cámara Baja, pasando de un sistema de distritos múltiples a uno de distritos uninominales, con el fin de instaurar un sistema bipartidista con alternancia en el poder. Se trató de dejar atrás el método tradicional de “cambio de Gobierno simulado” dentro del PLD y dar paso a una competencia real entre los principales partidos oficialistas y de oposición. De hecho, en 2009 se produjo una alternancia real en el poder.
No obstante, la Cámara Alta quedó fuera de esa reforma. Como los miembros de la Cámara Alta suelen tener menos visibilidad que los de la Cámara Baja, el electorado carece de criterios sólidos para decidir su voto, por lo que se deja llevar fácilmente por el ambiente del momento. Así, en anteriores elecciones a la Cámara Alta se han producido variaciones de escaños inesperadas que han provocado la caída de varios primeros ministros.
Estas elecciones no han sido una excepción. Que los ciudadanos retiren su apoyo al oficialismo y transfieran escaños a la oposición es un resultado electoral legítimo. Lo preocupante esta vez es que no se trató de un traspaso entre el partido en el Gobierno y la primera fuerza opositora, sino de una dispersión del voto perdido por el PLD que ha derivado en una multiplicación de los partidos en la oposición.
Dentro del bloque opositor, el Partido Democrático para el Pueblo pasó de 4 a 17 escaños y el Sanseitō de 1 a 14, un notable incremento en ambos casos. En cambio, el Partido Democrático Constitucional, la primera fuerza opositora, se mantuvo en 22 escaños, sin cambios. Las tres formaciones tienen posturas ideológicas dispares, de derecha a izquierda, sin mucho solapamiento. Un oficialismo sin mayoría y una oposición fragmentada son la receta perfecta para el estancamiento político.
El Sanseitō y su discurso extremista
Particularmente significativo es el caso del Sanseitō, considerado hasta hace poco un partido marginal, que ha logrado aupar a numerosos candidatos desconocidos con un eslogan xenófobo: “Los japoneses primero”. Esto podría marcar un punto de inflexión en la política japonesa. Si se califica esta elección como “histórica”, no debería ser por la “derrota del PLD”, sino por la irrupción en toda regla de un partido populista de extrema derecha, al estilo europeo o estadounidense.
El Sanseitō fue fundado en 2020 por Kamiya Sōhei, de 47 años y exconcejal de Suita (Osaka). Había intentado sin éxito postularse por el PLD a la Cámara Baja y como independiente a la asamblea de Osaka. Más tarde, comenzó a ganar seguidores en YouTube con mensajes como su rechazo a las vacunas, y en las elecciones de 2022 logró entrar por primera vez en la Dieta por el sistema proporcional.
La base ideológica del partido está formada por posturas nacionalistas y reaccionarias típicas de la extrema derecha japonesa. En su “nueva Constitución de Japón (propuesta)”, publicada en mayo de este año, define al país como “una nación regida por el emperador en unión con su pueblo” e incluye como requisito para ser ciudadano el “sentir aprecio por Japón”. El texto podría interpretarse como que se puede revocar la nacionalidad a quienes no cumplan con este requisito.
Además, aboga por el respeto al Rescripto Imperial sobre la Educación, y en su apartado sobre alimentación destaca la importancia de “centrarse en el cultivo del arroz, alimento básico”. También establece que “los medios de comunicación tienen el deber de informar con justicia y sin sesgo sobre las políticas del Estado”, una redacción que recuerda a las constituciones de países autoritarios como China o Rusia.
Uno de los rostros más conocidos del Sanseitō es Saya (43), una cantante de jazz electa por el distrito de Tokio con unos 670.000 votos, la segunda más votada. Fue una de las “chicas Tamogami”, en referencia a su apoyo al exjefe de Estado Mayor del Aire Tamogami Toshio, destituido por comentarios de corte ultraderechista. El 3 de julio, en un programa transmitido en internet, llegó a afirmar que “contar con armas nucleares es lo más barato”.
¿Es Japón víctima tardía de la manipulación extranjera?
Aunque sus ideas son extremas, el interés por el Sanseitō fue creciendo durante la campaña, sobre todo en redes sociales. Se ha señalado que Rusia podría haber apoyado activamente al Sanseitō como parte de su estrategia de manipulación informativa, promoviendo contenidos en redes de forma sistemática. La aparición de Saya en el sitio web en japonés del medio estatal ruso Sputnik durante la campaña electoral alimentó aún más las sospechas. Cabe recordar que la Unión Europea considera a Sputnik un órgano de propaganda y ha prohibido su difusión en la región.
La interferencia extranjera en elecciones se conoce como FIMI (del inglés Foreign Information Manipulation and Interference, “manipulación de la información e interferencia extranjera”), y figura incluso en el Libro Blanco de Defensa de Japón. Si se confirma la injerencia rusa, sería una reedición tardía de fenómenos como el Brexit o la elección de Trump en 2016, con un retraso de nueve años en su llegada a Japón.
Algunos analistas señalan que el Sanseitō ha captado a los votantes del núcleo duro conservador que apoyaba al PLD durante la era Abe. Si bien eso puede ser cierto, no explica del todo su ascenso. Este ha coincidido con la inflación persistente y la pérdida de poder adquisitivo, ante lo cual el PLD de Ishiba ha mostrado una falta total de respuesta. Sin ese contexto, el auge del Sanseitō no habría sido tan explosivo.
Según una encuesta básica sobre la vida de los ciudadanos publicada el 4 de julio por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, el 28 % de los hogares declararon que su situación económica era “muy difícil”, lo cual representa un aumento de 1,5 puntos respecto al año anterior. Japón registra actualmente una de las tasas de inflación más altas entre los países desarrollados.
Ante esta sensación de deterioro, especialmente entre los menores de 40 años, el elevado consumo de los turistas extranjeros y las inversiones inmobiliarias de los extranjeros adinerados han comenzado a percibirse como algo molesto, lo que se ha combinado con el discurso “Los japoneses primero” del Sanseitō.
Este tipo de política emocional es populismo en estado puro. Aunque la raíz del encarecimiento de la vida en Japón se encuentra en la política de debilitamiento del yen promovida por el “Abenomics”, ese tema casi no ha sido cuestionado directamente. Se dice que el acto final de campaña del Sanseitō en el centro de Tokio atrajo a unas 20.000 personas.
El primer ministro Ishiba, tras conocerse los resultados el 20 de julio, declaró que el PLD seguía siendo “el mayor partido individual” y anunció que continuaría en el cargo. Pero si dentro del PLD se intensifican los movimientos para reemplazarlo y se convocan elecciones internas para designar a un nuevo líder, no hay garantía de que dicho líder sea elegido primer ministro en la Dieta. Incluso si lo fuera, gobernar como minoría en ambas cámaras seguirá siendo un peso difícil de sobrellevar. Sin una salida clara a la vista, la política japonesa se encamina a un nuevo período de deriva.
(Imagen del encabezado: Kamiya Sōhei, líder del Sanseitō, es entrevistado durante el recuento de votos en las elecciones a la Cámara Alta, en el distrito de Shinjuku, Tokio, en la tarde del 20 de julio – Jiji.)
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