La ruta de senderismo Ten’en: un paseo por enclaves naturales e históricos de Kamakura

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El centro urbano de Kamakura (Kanagawa) está rodeado de sendas de paseo repletas de naturaleza. Entre ellas destaca especialmente la ruta de senderismo Ten’en, con atractivos tan diversos como las vistas del monte Fuji, las alfombras decoradas por los colores típicos del otoño y un pabellón budista entre las rocas.

Los otros paisajes de la antigua capital

Con el mar al sur y colinas en las otras tres direcciones, Kamakura tiene una extensión de terreno llano tan escasa que cuesta creer que fuera el centro de la política hace ocho siglos. Con todo, eso la convierte en un lugar ideal para pasear cómodamente en plena naturaleza, pues son varias las rutas de senderismo que se ubican cerca de la zona urbana.

Nuestra recomendación es la ruta de senderismo Ten’en, cuya duración es de tres horas; empieza en el norte de la ciudad y se extiende, a lo largo de unos 4 kilómetros, por la cordillera del monte Ōhira, el pico más alto de Kamakura (159 metros). El recorrido, que comienza en el templo Kenchō —el más importante de los cinco templos budistas que conforman el núcleo religioso de Kamakura”—, pasa por unas montañas conocidas como los Alpes de Kamakura y baja hasta el templo Zuisen —el templo de las Flores—, permite disfrutar de las vistas típicas de la antigua capital.

A lo largo del camino hay esparcidas varias yagura; esto es, tumbas cavadas en la superficie de la roca que datan del período Kamakura (1185–1392). Además, se puede disfrutar de las vistas de la antigua capital y del monte Fuji desde diversos puntos. Así pues, este paseo, repleto de naturaleza y durante el cual nos topamos con sitios históricos y paisajes extraordinarios, se ha convertido en una manera de disfrutar de una Kamakura diferente a la que encontramos en las tradicionales rutas por los templos budistas y los santuarios sintoístas.

El puerto de montaña Ten’en a comienzos de verano.
El puerto de montaña Ten’en a comienzos de verano.

Del Kenchō-ji a la roca Jūō

Aunque hay varios puntos de acceso a la ruta de senderismo Ten’en, recomendamos aprovechar la ocasión para visitar el templo Kenchō, de mucha antigüedad. Tras subir los 250 escalones estrechos que se encuentran en la zona más recóndita del complejo budista, se llega al Hansōbō Daigongen, la deidad del Kenchō-ji. Desde ahí se puede contemplar la vista de los edificios alineados que conforman el templo, cuya arquitectura es típica del budismo zen chino.

Si se sigue más al fondo, se llega a la cima del monte Shōjōken, situado detrás del templo Kenchō. Una vez que hayamos tomado un descanso y contemplado la vista a nuestros pies —el complejo budista y las calles de Kamakura—, llega el momento de empezar la auténtica ruta de senderismo.

Panorámica de la ciudad de Kamakura.
Panorámica de la ciudad de Kamakura.

Tras caminar unos cinco minutos en dirección este, a la izquierda, en una zona elevada, nos encontramos con una estatua de piedra erosionada; es la roca Jūō. Al parecer, antiguamente se habían tallado en la pared de una yagura las figuras de los diez reyes —jūō— encargados de juzgar a los difuntos en el inframundo, entre ellas la de Enma. En la actualidad la tumba en sí ha quedado destruida y apenas se conservan tres de los diez monarcas. Desde lo alto de la roca se ven, al frente, la avenida principal Wakamiya, ruta de peregrinación al santuario Tsurugaoka Hachiman, que llega hasta la costa y, a ambos lados, el paisaje urbano de Kamakura.

La roca Jūō, muy erosionada después de tantos años.
La roca Jūō, muy erosionada después de tantos años.

Tumbas cavadas en la roca, únicas de Kamakura

Inmediatamente después de la roca Jūō hay un desvío estrecho que pasa fácilmente desapercibido si uno no sabe que está ahí. Este conduce a una yagura escondida entre la maleza. En el techo de la entrada a la tumba hay varias líneas de color rojo claro. Según se cree, se parece a los cabrios que sujetan los tejados y los sobradillos de los edificios de madera, de ahí que reciba el nombre de yagura Shudaruki (literalmente, yagura del Cabrio Rojo).

En el período Kamakura estaban prohibidas las sepulturas en el centro de la ciudad, de ahí que se rasparan las tierras de montaña con rocas blandas y se construyeran multitud de cuevas inspiradas en los osarios de madera. Al parecer, actualmente se conservan más de un millar de yagura en toda Kamakura.

Yagura Shudaruki, en cuyo tejado se conservan restos de un pigmento rojo claro.
Yagura Shudaruki, en cuyo tejado se conservan restos de un pigmento rojo claro.

Si retomamos la ruta de senderismo y seguimos caminando, nos encontraremos con una trifurcación. De frente, el Ten’en y, bajando por el camino de la derecha, el templo Kakuon. El conjunto yagura Hyakuhachi (literalmente, yagura de las 108), que se encuentra de frente a la derecha en la bifurcación, es el más grande de Kamakura. El nombre de este complejo funerario tendría su origen en las 108 pasiones mundanas del budismo, debido a la gran cantidad de tumbas que alberga; sin embargo, el número real de sepulturas asciende a 180. Las paredes y el interior están decorados con esculturas budistas, caracteres sánscritos y pagodas gorintō y hōkyōintō, entre otros elementos.

En la yagura Hyakuhachi se ven muchos motivos budistas presentes en toda Kamakura.
En la yagura Hyakuhachi se ven muchos motivos budistas presentes en toda Kamakura.

De los paisajes del Ten’en a un famoso jardín de piedras

Al avanzar por un camino empinado con varias subidas y bajadas, se llega al monte Ōhira, el punto más alto. El Ten’en, situado más adelante, es una zona de descanso del puerto de montaña y también hace las veces de mirador. Según se cree, fue Tōgō Heihachirō, almirante de la Armada famoso por su participación en las guerras Sino-Japonesa y Ruso-Japonesa, quien así lo bautizó. Antes se llamaba puerto de montaña Rokkoku —puerto de montaña de las Seis Provincias—, dado que desde él se veían Awa, Kazusa, Shimousa, Musashi, Sagami e Izu.

Justo debajo del Ten’en se encuentra un valle de ginkgo. En otoño hay mucha gente que viene a contemplar los colores propios de la estación haciendo esta ruta, por la cual se van pisando las hojas caídas, con el Fuji coronado por las primeras nieves como telón de fondo del majestuoso follaje amarillo. Si se sigue el camino principal en dirección sur, uno se topa con la yagura Hōjō kubi (literalmente, yagura de la Cabeza de Hōjō), en la montaña tras el templo Zuisen. Según cuentan, cuando el shogunato de Kamakura cayó, los supervivientes del clan Hōjō escondieron en las montañas las cabezas de los miembros de la familia que se habían suicidado y rezaron por ellos.

Shishimaigayatsu , valle justo debajo del Ten’en donde los colores del otoño son impresionantes.
Shishimaigayatsu , valle justo debajo del Ten’en donde los colores del otoño son impresionantes.

Yagura Hōjō kubi, escondida entre montañas.
Yagura Hōjō kubi, escondida entre montañas.

Una vez que se llega al templo Zuisen, punto final de la ruta, vale la pena aprovechar la ocasión para visitarlo. Conocido también como el templo de las Flores, su naturaleza es digna de contemplación durante todo el año, desde los albaricoqueros japoneses de comienzos de primavera hasta el enrojecimiento de las hojas de finales de otoño.

Detrás del salón principal se conserva un jardín único obra de Musō Soseki, fundador del templo. Este monje de renombre, conocido también por su increíble talento para el diseño de jardines, creó, entre otros elementos, un estanque que evocaba el mar y, para ello, le bastó con pulir el lecho rocoso. De este modo, logró expresar todo lo necesario en un jardín zen. Además, se cree que aquí se encuentran los orígenes de los jardines propios de las residencias samuráis. Junto con las yagura, se trata de sitios históricos representativos de esa cultura de las rocas propia de Kamakura.

El jardín del templo Zuisen, que data del período Kamakura, ha sido declarado Sitio Nacional Histórico y de Belleza Escénica. Este enclave fascina a todo el que lo contempla.
El jardín del templo Zuisen, que data del período Kamakura, ha sido declarado Sitio Nacional Histórico y de Belleza Escénica. Este enclave fascina a todo el que lo contempla.

Texto e imágenes: Harada Hiroshi

(Imagen del encabezado: El monte Fuji y las hojas enrojecidas de otoño vistos desde el puerto de montaña Ten’en.)

(Traducción al español del original en japonés)

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