Donde habitan los dioses: el castillo de Nakijin, recinto sacro protegido por murallas de piedra
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Ōsaka Hiroshi capta con cámara monocromática elementos de la naturaleza a los que se rinde culto por ser el hogar de divinidades. En la decimosegunda entrega de esta serie visitamos el castillo de Nakijin, Patrimonio Cultural de la Humanidad situado al norte de la isla principal de Okinawa, detrás de cuyos muros de piedra se encuentran dispersos varios lugares dedicados al culto.
Un castillo que imita el mundo celestial
En el siglo XIV, durante el llamado periodo de las Tres Montañas, existían en Okinawa tres reinos: Hokuzan en el norte, Chūzan en el centro y Nanzan al sur. El castillo de Nakijin fue la residencia del rey de Hokuzan hasta 1416, cuando cayó en manos del ejército de Chūzan. Chūzan unificó entonces los tres reinos, creando el reino de Ryūkyū con el castillo de Shuri como sede principal; el castillo de Nakijin pasó de esta manera a usarse como bastión de defensa de su frontera norte. Sin embargo, en 1609 la fortaleza volvió a caer durante la invasión del Ejército de Satsuma. Abandonado y en ruinas, solo sus murallas de piedra quedaron en pie. Y sin embargo, los lugareños continuaron frecuentando el lugar: se trataba, después de todo, de un lugar donde habitan los dioses.
Según el compendio de historia oficial del Reino Ryūkyū, Chūzan Seikan, al lugar donde residen los dioses se le llama ama-gusuku o castillo celestial. En Okinawa hay dispersos numerosos castillos rodeados de murallas de piedra —gusuku, en la lengua local—, que se consideran manifestaciones terrenales de ese mundo divino de los cielos. Estas fortificaciones albergan lugares sagrados llamados utaki donde se celebran ceremonias religiosas. El castillo de Nakijin, además de ser famoso por su belleza, es por lo tanto también un recinto sagrado en cuyos oratorios se han ofrecido rezos desde tiempos ancestrales.

Karaukā, lugar de rezo dentro del castillo. Se dice que las sirvientas de la corte usaban el agua de manantial en su día a día. (Fotografía: Ōsaka Hiroshi.)
Un lugar de oración que perdura entre las ruinas del castillo
El castillo de Nakijin es de un tamaño similar al de Shuri, y está compuesto de siete recintos. Sus serpenteantes murallas de piedra se retuercen como un dragón; un ingenioso diseño que, según dicen, servía para fortalecer el castillo aprovechando el terreno y reduciendo los puntos ciegos de los defensores. Los muros están hechos de rocas de piedra caliza de 230 millones de años de antigüedad, apiladas en su estado natural sin apenas ser labradas. Viéndolas desde el recinto exterior, las sinuosas murallas que se extienden a lo largo de cientos de metros son francamente hermosas.
Cruzamos la puerta Heirōmon, la entrada principal del castillo, y tras subir los escalones de piedra aparecemos en una explanada conocida como Ūmya. En una esquina hay un lugar de rezo llamado Karaukā: es una cavidad en la roca caliza de la que brota el agua. Se cuenta que las noro, las sirvientas de la corte que supervisaban los rituales, se lavaban el rostro y el cabello con esta agua.
Continuando el recorrido llegamos al recinto principal, donde se cree que estaban las instalaciones del gobierno. Al su lado está Ūchibaru, el rincón más sagrado del castillo donde las noro ofrecían sus plegarias. Es aquí donde se encuentra el utaki conocido como Tenchiji-Amachiji. En el compendio de historia oficial de Okinawa se cuenta que este utaki fue creado por la diosa ancestral Amamiku después de crear Asumui. Cuatro siglos después de que el castillo quedara abandonado, el lugar sigue atrayendo a fieles.
Desde los acantilados del castillo, las vistas del cielo y el vasto océano absorben al visitante. Aquel castillo celestial donde residen los dioses posiblemente se parezca a esto.

Una gigantesca roca dentro del castillo. (Fotografía: Ōsaka Hiroshi.)
Ruinas del Castillo de Nakijin
- Dirección: 5101 Imadomari, Nakijin-son, distrito de Kunigami, Prefectura de Okinawa (Requiere la compra de entradas en el Centro de Información sobre el Gusuku de Nakijin)
Ubicado al norte de la península de Motobu, es uno de los castillos (o gusuku, como se les conoce en Okinawa) más grandes de la prefectura. Está declarado Sitio Histórico Nacional. Se dice que fue construido en el siglo XIII, y durante el período de las Tres Montañas (c. 1322-1429) sirvió como centro político y religioso del Reino de Hokuzan. Perduran sus murallas hechas de piedra caliza local, apilada en seco y sin tallar, así como los lugares de rezo dispersos en su interior. El lugar transmite así hasta nuestros días la herencia de una cultura en la que se entrelazan los castillos y el culto a la naturaleza.
En el año 2000 fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, junto con las Ruinas del Castillo de Shuri y Sefa Utaki, bajo el nombre “sitios Gusuku y bienes culturales asociados del Reino de Ryūkyū”. A pesar de haberse convertido en un destino turístico imprescindible del norte de la isla de Okinawa, sigue siendo un referente espiritual para la región.

La puerta Heirōmon actual fue restaurada en 1962. El techo está hecho de una sola losa de piedra. (Fotografía: Ōsaka Hiroshi.)

Capilla dedicada al dios del fuego, erigida en el recinto principal tras el abandono del castillo. A día de hoy sigue funcionando como lugar de culto y recibe constantes visitas de peregrinos. (Fotografía: Ōsaka Hiroshi.)

Tenchiji Amachiji es un utaki o lugar sagrado rodeado de un bajo muro de piedra. Es venerado como deidad protectora del castillo de Nakijin. (Fotografía: Nippon.com.)

Vista desde el extremo norte de Ūchibaru. Más allá de los muros de piedra se ven islas remotas flotando en el océano. (Fotografía: Ōsaka Hiroshi.)
Reportaje, texto y edición: Kitazaki Jirō.
Colaboración: Junta de Educación de Nakijin.
(Imagen del encabezado: Muro exterior de las ruinas del castillo de Nakijin. – fotografía de Osaka Hiroshi.)



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