Días festivos nacionales en Japón: El Día del Equinoccio de Otoño
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Guíade Japón
El período en torno al Día del Equinoccio de Otoño, a finales de septiembre, es tradicionalmente una época en la que los japoneses visitan las tumbas de sus familiares y rinden homenaje a sus antepasados.
Honrando a los antepasados
El Día del Equinoccio de Otoño es la contrapartida estacional del Día del Equinoccio de Primavera y se celebra como festivo nacional en Japón. Dado que la fecha se determina cada año mediante cálculos del Observatorio Astronómico Nacional, varía ligeramente, aunque suele caer en torno al 23 de septiembre. El equinoccio marca el día en que las horas de luz y de oscuridad son aproximadamente iguales. En el budismo, los tres días anteriores y posteriores al equinoccio, junto con el propio equinoccio, conforman un periodo de siete días conocido como higan.
En las enseñanzas budistas, higan (literalmente, la “orilla lejana”) aludía originalmente al estado ideal al que se aspira mediante la iluminación. Las escrituras describen la Tierra Pura del paraíso como situada “en el oeste”, y se cree que la Tierra Pura está más cercana cuando el sol sale exactamente por el este y se pone exactamente por el oeste en los equinoccios. Esto dio origen a la creencia de que las prácticas espirituales y las ofrendas a los antepasados en estos días eran especialmente efectivas, razón por la cual muchas personas visitan las tumbas familiares durante este periodo.
Visitar la tumba de los antepasados es una costumbre de este período. (© Pixta)
En cada equinoccio de otoño, la Casa Imperial celebra el Kōreisai, una ceremonia en honor a los espíritus de los emperadores y miembros de la familia imperial fallecidos. Por todas estas razones, el Día del Equinoccio de Otoño es una jornada para rendir homenaje a los antepasados y recordar a quienes ya no están con nosotros.
La vívida flor roja higanbana (Lycoris radiata), o lirio araña rojo, recibe su nombre de la época del año en que florece —su traducción literal es “flor de higan”. En Japón, a menudo se asocia con las visitas a las tumbas, lo que le otorga una reputación sombría o incluso lúgubre. Sin embargo, en la tradición budista se considera una flor sagrada. Racimos de estas llamativas flores escarlatas se pueden ver bordeando las veredas y junto a los arrozales, así como en las orillas de los ríos y los parques. Con su aparición, el calor del verano da paso al aire fresco del otoño.
Material de referencia
(Fotografía del encabezado: lirios araña rojos florecidos. © Pixta.)
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