El Café Engawa, una antigua residencia tokiota declarada Patrimonio Cultural Material de Japón

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En esta serie presentamos varias casas tradicionales de Tokio y alrededores convertidas en cafés donde el presente y el pasado se funden, y lo hacemos de la mano de una autora apasionada de las cafeterías. El primer artículo se lo dedicamos al Café Engawa, situado en Takenotsuka.

Un espacio relajante que combina los exteriores y los interiores

Las casas tradicionales (kominka) reconvertidas en cafés albergan recuerdos de otros tiempos. Además, el aspecto característico de estas viviendas históricas les confiere un encanto especial. De entre todos los elementos que las conforman, el engawa suele fascinar a la clientela de una manera especial.

El engawa es un pasillo entablado que se encuentra a caballo entre el exterior y el interior de una vivienda. Este espacio acogedor y relajante sirve para mitigar el calor y el frío haciendo que la luz natural y los vientos estacionales penetren en la casa. Por otra parte, permite recibir la visita de algún vecino sin necesidad de que este se moleste en acercarse hasta la puerta, puesto que está conectado con el jardín y, de este modo, hace las veces de asiento donde los huéspedes y los anfitriones disfrutan de una animada charla sobre todo y nada. Así pues, estos corredores eran antaño lugares de intercambio social entre los miembros de la comunidad.

Engawa: pasillo entablado que se encuentra a caballo entre el exterior y el interior de una vivienda.
Engawa: pasillo entablado que se encuentra a caballo entre el exterior y el interior de una vivienda.

El distrito tokiota de Adachi alberga una casa tradicional reconvertida en café cuyo magnífico engawa tiene tal protagonismo que incluso figura en el propio nombre del establecimiento: Café Engawa (Shōwa no Ie). Construida en 1939, esta antigua residencia de estilo japonés cuenta con un edificio de influencia occidental y ahora abre sus puertas para que el público general disponga de un lugar de descanso. Vale la pena acercarse a disfrutar de un ambiente refinado y relajado en este sitio Patrimonio Cultural Material de Japón mientras se toma un café acompañado de algún dulce.

Una residencia en un ambiente distinto

El Café Engawa se encuentra a unos 15 minutos a pie de la estación de Takenotsuka, perteneciente a la línea Tōbu Skytree. El ambiente cambia radicalmente cuando uno llega a un callejón entre cuya vegetación se filtra la luz del sol, tras pasar por una puerta situada entre unos muros blancos: solo se oye el piar de los pájaros y el sonido que produce una hojita dura al desprenderse de un árbol y caer al suelo.

Un cartel colocado a la puerta indica que la cafetería se encuentra abierta.
Un cartel colocado a la puerta indica que la cafetería se encuentra abierta.

Hay que descalzarse nada más pasar por debajo de la cortina noren que decora la entrada y dirigirse hacia la derecha por un pasillo cuyo suelo es de tatamis; el verdor del jardín luce lustroso tras unas puertas acristaladas de gran tamaño. El café lo componen el espacio abierto del engawa, un salón de treinta tatamis cuyas puertas correderas de papel (fusuma) permanecen abiertas y dos salitas situadas en sendos extremos del corredor.

El engawa y el salón de tatamis, desde donde se ve el jardín.
El engawa y el salón de tatamis, desde donde se ve el jardín.

El día de nuestra visita pudimos sentarnos en una de las mesas del engawa. Pedimos café de goteo manual y una tarta casera elaborada con frutas de temporada; había de tres clases: de fresas, que parecían frescas y jugosas, de cítricos tardíos y kiyomi (un híbrido del unshū mikan y la naranja Trovita), toda una explosión de sabores cítricos, y de piña de Ishigaki (Okinawa). En la carta ponía que también tenían café con leche, té de frutas y té negro, entre otras bebidas. Quienes prefieran algo más tradicional pueden elegir un té matcha acompañado de un dulce o un anmitsu (postre que contiene agar-agar, pasta dulce de judías rojas, frutas…).

Café de goteo preparado con sumo cuidado y tartas caseras.
Café de goteo preparado con sumo cuidado y tartas caseras.

Uno se siente rodeado de lujo tanto en el edificio como en el jardín. En esa tarde despejada, con el verdor fresco propio de la primavera, el jardín lucía unos colores maravillosos; al cerezo llorón aún le quedaban algunas flores y las azaleas comenzaban a florecer. Los distintos tonos van combinándose y cambiando a lo largo de todo el año: el vivo verde de los albaricoqueros japoneses, el rojo de los arces japoneses, el rojo purpúreo que muestran los capullos de los arces japoneses palmeados, los matorrales de hortensias que esperan pacientemente la llegada de la temporada de lluvias…

Si prestamos atención a los interiores, las ventanas con shōji proyectan unas sombras suaves y delicadas en la hornacina tokonoma. Quienes visiten una residencia japonesa como esta deben fijarse en el grado de detalle de las puertas correderas fusuma y yukimi shōji, los dinteles y otros elementos divisorios. Los adornos de la ventana redonda decorada con un esparavel —un objeto que, según se cree, trae buena suerte—, que se encuentra nada más entrar evocan la riqueza de una forma de vida propia de tiempos pasados y son un fiel reflejo de las infalibles técnicas de los artesanos.

Las puertas y las ventanas son un fiel reflejo de las destrezas de los maestros artesanos.
Las puertas y las ventanas son un fiel reflejo de las destrezas de los maestros artesanos.

Ventana redonda decorada con un esparavel.
Ventana redonda decorada con un esparavel.

La parte noroccidental de la vivienda dispone de una sala de estilo occidental rematada con tejas francesas. Antiguamente se empleaba como recibidor para las visitas comerciales, pero ahora hace las veces de sala de espera cuando el café está lleno. Esta estancia fascina a quien se encuentra en ella por la nostalgia que transmite el diseño de sus ventanas, puertas y lámparas de arañas, así como por su techo artesonado de madera natural.

Sala de estilo occidental. Destaca por su techo artesonado.
Sala de estilo occidental. Destaca por su techo artesonado.

Un engawa que rebosa historia familiar

Esta residencia la construyó Hirata Genshichi, que gestionaba una empresa de procesamiento de piezas para automóviles. A comienzos del período Shōwa (1926-1989) los terrenos donde se ubicaba la vivienda, de unos 6.610 metros cuadrados de extensión, albergaban una fábrica, de ahí que la casa la ocuparan diez personas, entre miembros de la familia y personal de servicio; este último incluía a estudiantes que llevaban a cabo labores domésticas a cambio de alojamiento y comida.

En la actualidad la cafetería la gestiona Hirata Shigeru, nieto del dueño original de la residencia. “Al parecer, en los tiempos de mi abuelo desde aquí se veía el monte Fuji”, cuenta.

Es difícil imaginarse semejantes vistas a día de hoy. En aquel entonces lo único que había en estos vastos terrenos era la fábrica, de ahí que el personal no dispusiera de un lugar cercano donde comer y beber tranquilamente. Así pues, en la vivienda se celebraban banquetes para entretener a los trabajadores, motivo por el cual se habilitó una sala amplia.

“La entrada de la cafetería actual era la que usaba antaño el personal, de ahí que no diera a la carretera. Este acceso estaba en la parte trasera hasta que se recalificaron los terrenos”, prosigue Hirata.

Los cambios en el trazado urbano y en la vida de quienes moran allí han conllevado también cambios en la vivienda y el jardín sin que por ello los vestigios de otro tiempo pierdan importancia y su aspecto original. La sala contigua al engawa se usaba para guardar los futones y la adyacente a esta la ocupaban los estudiantes; sin embargo, hace unos 40 años se hicieron obras para reformar la zona de las contraventanas, entre otros elementos, y esta parte de la casa se reconvirtió en una sala de estilo occidental y corte elegante similar a un solárium. Si uno se sienta en el sofá, verá de cerca el verdor fresco y el cerezo llorón; es, por consiguiente, un asiento privilegiado.

Aprovechamos la ocasión para preguntarle a Hirata por qué decidieron convertir este edificio tan valioso en una cafetería: “Yo vivía con mi madre y, cuando ella falleció, pensé que sería un desperdicio que solo nuestra familia pudiera disfrutar de semejantes vistas. Aunque preservar la casa y el jardín no estuviera exento de dificultades, lo más importante para mí era compartir este espacio, a modo de cafetería, con mucha gente”.

Al parecer, durante los preparativos para la apertura del negocio la familia también tuvo que hacer frente a ciertos problemas relacionados con el paso del tiempo: se vieron obligados a deshacerse de muchos muebles y artículos del hogar que habían formado parte de su vida a lo largo de tres generaciones. Obviamente, el brasero incrustado en el suelo fue uno de ellos. Asimismo, prescindieron de numerosos objetos tradicionales de calefacción, como los braseros hibachi, similares a una maceta o un jarrón. A diferencia de las viviendas modernas, que son muy herméticas, las kominka no están tan bien equipadas para hacer frente al frío invernal.

Sala de estilo japonés donde los muebles occidentales encajan a la perfección.
Sala de estilo japonés donde los muebles occidentales encajan a la perfección.

Por otra parte, las noches de verano no se podían pasar sin mosquiteras, de ahí que en los dinteles y otras zonas de la vivienda queden aún los ganchos de los que se colgaban dichas redes. Al pensar en cómo se vivían allí los veranos del período Shōwa, uno se pregunta qué clase de historias les contaban a los niños para que se durmieran al abrigo de esas mosquiteras, en las que seguramente perduraban el aroma a incienso antimosquitos y el olor de los fuegos artificiales que habían contemplado sentados en el engawa.

En esta residencia, heredada de generación en generación a lo largo de 86 años, antes había una cascada y un estanque cerca de un gran farol de piedra situado en una esquina del jardín, así como un refugio antiaéreo bajo una montañita artificial de carácter decorativo. “Si no se atiende correctamente, la maleza crece enseguida, incluso entre el musgo”, explica Hirata.

Recordemos, una vez más, que el núcleo de la cafetería es el hermoso engawa de esta residencia que data del período Shōwa y sobrevive a día de hoy gracias al constante mimo que han puesto en ella las sucesivas generaciones que la han habitado y adaptado a los cambios que conlleva el paso del tiempo. Podría decirse que el establecimiento, al igual que el corredor, es un espacio a caballo entre lo público y lo privado, una conclusión a la que llegamos mientras nuestra mente y nuestro espíritu se empapaban de la naturaleza que nos rodeaba.

Café Engawa (Shōwa no Ie)

  • Dirección: Tōkyō-to Adachi-ku Nishihokima 2-5-10
  • Horario: de 11:30 a 18:00 (última comanda a las 17:30). Cerrado por descanso los sábados, domingos y lunes. El café puede permanecer cerrado otros días a discreción de la gerencia.
  • Cómo llegar: a unos 15 minutos a pie de la estación de Takenotsuka (línea Tōbu Skytree)
  • Sitio web oficial: https://shouwanoie.jp/

Texto e imágenes: Kawaguchi Yōko.

Imagen del encabezado: Mesas desde las que se puede disfrutar de las vistas del jardín, que los dueños mantienen arreglado.

(Traducción al español del original en japonés)

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