El Café Taizandō: dulces franceses en la antigua residencia de una familia sericultora de Chichibu
Escribe un artículo en francés sobre: El Café Taizandō: dulces franceses en la antigua residencia de una familia sericultora de Chichibu
rewrite this content and keep HTML tags as is:
En esta serie presentamos varias casas tradicionales de Tokio y alrededores convertidas en cafés donde el presente y el pasado se funden, y lo hacemos de la mano de una autora apasionada de las cafeterías. El cuarto artículo se lo dedicamos al Café Taizandō, un establecimiento que se ubica en Chichibu (Saitama).
La cultura cafetera de una localidad llena de historia y naturaleza
“Al volver a casa por la noche, huele a monte en cuanto me bajo del tren”. Esta es una de las frases con las que comienza el ensayo Yamakage no machi kara (Desde un pueblo entre montañas; editorial Kawade Shobō Shinsha), de Kasama Naoko, una escritora especializada en literatura francesa que se mudó de Tokio a Chichibu. El deseo de vivir rodeada de un olor agradable fue precisamente uno de los motivos por los que la autora quedó prendada de esta localidad; otro, la existencia de varias cafeterías pequeñas que rebosaban originalidad. “Ningún establecimiento se parece a otro. O sea, aquí no parece que la costumbre dicte que haga falta buscar la uniformidad. Este es un lugar donde poder estar tranquilamente en soledad es algo inherente, tanto para los visitantes como para los residentes”, señala Kasama.
Efectivamente, en Chichibu ha echado raíces toda una cultura en torno a las cafeterías. Para colmo, el Café Taizandō, situado en una antigua residencia de la calle Kuromon, fue el lugar donde la autora de esta serie supo de la existencia de la obra de Kasama, pues la dueña del establecimiento tiene un ejemplar del libro, uno de sus favoritos, colocado a modo de adorno sobre la barra.
El interior del local, donde se puede disfrutar de un ambiente tranquilo y relajado.
El atractivo de esta preciosa cafetería reside en que es posible entrar en contacto con la cultura de Chichibu sin hacer nada más que acceder al interior. Las vistas de la calle Kuromon, donde se conservan edificios de mayoristas pertenecientes a la otrora próspera industria textil de la zona, evocan la era Shōwa (1926-1989).
A Chichibu se puede llegar tomando un tren rápido de la línea Seibu en la estación tokiota de Ikebukuro y apeándose en la estación de Seibu-Chichibu; el trayecto dura alrededor de una hora y veinte minutos. Así pues, vale la pena hacer una excursioncilla a esta localidad rodeada de unas montañas vestidas de neblina por la mañana.
Una calle dedicada a la sericultura y la industria textil
Desde la era Taishō (1912-1926) hasta principios de la Shōwa la calle Kuromon, que lleva al santuario sintoísta de Chichibu, fue sede de varios negocios que comerciaban con una tela de seda llamada Chichibu meisen (seda de Chichibu). En la actualidad se conservan tres edificios, de dos plantas y construidos en madera, que han sido declarados Bien Cultural Tangible de Japón bajo la misma denominación: Sucursales de Seda de Chichibu. Estas construcciones permiten hacerse una idea, incluso a día de hoy, de cómo era la localidad en aquellos tiempos de apogeo de la sericultura y la industria textil.
Uno de esos tres edificios alberga el Café Taizandō; se trata de dos casas adosadas cuyos tejados tienen gabletes: la de la derecha es una tienda de sellos que también vende antigüedades, mientras que la cafetería se encuentra en la construcción de la izquierda. El interior de ambos locales está conectado, lo que, en cierto sentido, recuerda a un laberinto compuesto de recuerdos.
Aota Miyuki, la dueña del Café Taizandō, nos recibe con una sonrisa dulce en cuanto abrimos la preciosa puerta del local, una antigüedad británica que lleva incrustados vidrios de colores.
La puerta verde, una antigüedad británica, llama la atención.
Un espacio donde conviven el arte y la historia
Quienes tengan interés en las cafeterías y el arte quizás se den cuenta enseguida de que los objetos y los cuadros que adornan el espacio de manera natural encarnan un sentido de la estética propio de alguien que se ha ido familiarizando con el arte en el día a día. Sin hacer un gran esfuerzo, se ha creado un ambiente acogedor para cuidar de la clientela.
Desde su más tierna infancia Aota ha vivido rodeada de objetos de colección debido a que sus padres eran amantes de artesanías como la cerámica, las cestas y las miniaturas netsuke. Eso también explicaría que el local esté repleto de obras creadas por artistas de Chichibu pertenecientes a su propia colección. Por ejemplo, el cuadro colgado en la entrada es obra de Azami Norikazu, un pintor natural de la zona, y contiene un paisaje que el autor creó inspirándose en el clima y la forma de vida de su tierra natal. Esta pieza artística es una expresión calmada en unos tonos azules densos.
Según la dueña del Café Taizandō, el ensayo de Kasama Naoko y las obras de los artistas de Chichibu la han ayudado a percibir los atractivos de la localidad.
Té negro y dulces franceses
Los dulces elaborados por Ōsaki Izumi, hija de la dueña, son otro de los encantos del Café Taizandō. Las creaciones de esta pastelera, que se estuvo formando durante un año en Lyon (Francia), tienen un sabor clásico a la par que refinado. El más demandado de todos es el nougat glacé (nougat helado), un dulce típico del sur de Francia. Este postre frío contiene nata montada y merengue, que se endulzan de manera natural utilizando miel, y una mezcla espolvoreada de frutos y frutas secos. Cuando el nougat helado se derrite levemente en la lengua, el aroma de los frutos secos crujientes y el dulzor de las frutas secas se mezclan; la acidez del coulis de frambuesa que decora el plato le añade un toque más agradable si cabe.
El nougat glacé es el plato más demandado.
Tampoco falta variedad en la carta de bebidas, con una amplia selección de tés de Mariage Frères, una tienda francesa especializada en té negro. Ante la duda, es mejor pedir una recomendación: Aota sabe maridar a la perfección el aroma magnífico del té negro con los dulces franceses que su hija prepara de manera ortodoxa. Por otra parte, el ginger-ale casero, con aroma a especias, y una bebida refrescante elaborada con vinagre negro son también perfectos para consumir en verano.
Tazas de té y latas de té negro en una estantería detrás de la barra.
A la izquierda, tarta de nueces y ginger-ale casero; a la derecha, tarta de matcha y chocolate blanco.
La cafetería y los recuerdos familiares
“Este edificio se construyó para servir de residencia tras la reubicación, a principios de la era Shōwa, de una sala donde se criaban gusanos de seda”, cuenta Aota. Antes su abuelo tenía una tienda de sellos, llamada Taizandō, en la parte derecha de las dos casas adosadas. La heredó la madre de Aota y esta última la habilitó para comerciar con antigüedades. En 2008 el restaurante de ramen que ocupaba la parte izquierda abandonó el local, así que ella lo vio como una oportunidad para alquilarlo y convertirlo en una cafetería.
En el interior, para el cual un maestro carpintero utilizó madera reciclada, se ha creado un espacio tranquilo rodeado de vigas gruesas y suelos de madera de castaño. Además, se han conservado las mismas ventanas, de vidrio esmerilado, que cuando se construyó originalmente la vivienda; al parecer, los agujeros cuadrados que hay en los pilares son un vestigio de cuando había unas estanterías en las que colocaban las cajas para la cría de gusanos de seda.
Los agujeros de estos pilares viejos son un vestigio de la época en la que la sericultura era una industria próspera. Curiosamente, no desentonan con las obras de arte contemporáneas.
La autora de este artículo quedó prendada de un pequeño espacio para sentarse que se encuentra “recluido” debajo de la escalera: sobre la mesa hay una lámpara de luz tenue que proyecta suaves sombras en los cuadros de la pared y las esculturas. Aunque parece de tamaño infantil, la silla, maciza y estable, es obra de un artista que podría considerarse discípulo del carpintero Kuroda Tatsuaki.
A la izquierda, un espacio ideal para sentarse a solas; a la derecha, una de las muchas obras artísticas esparcidas por el local.
A Aota se le ocurrió abrir una cafetería pensando en su hija, que acababa de volver de formarse como pastelera en Francia. No obstante, había otros motivos subyacentes: los recuerdos de haber ido a muchas cafeterías en su día y el deseo de poder tomarse un respiro.
“Mi abuela nació en Ningyōchō (Tokio) y vino a Chichibu en busca de refugio durante la guerra, así que tanto mi madre como yo nos criamos aquí. Cuando era niña, mi abuela aprovechaba sus viajes de regreso a su ciudad natal para llevarme al Mitsukoshi de Nihonbashi. Me encantaba comer helado en el salón de té”, recuerda Aota. Sus palabras reflejan lo emocionante que le resultan esos días de niñez y la felicidad de los ratos pasados en una cafetería.
Un contacto profundo con Chichibu
Mucha de la clientela del Café Taizandō la conforman los turistas que visitan Chichibu. Si se busca tranquilidad, lo ideal es ir un día entre semana, justo después de que abran.
“También hay quienes vienen a la hora del té, después de haber disfrutado visitando santuarios por la mañana. Me gusta que vengan aquí y salgan con energías renovadas”, afirma Aota.
Una parada obligatoria para quienes vayan a pasear por Chichibu durante cualquiera de las cuatro estaciones; un lugar donde entrar en contacto con una cultura arraigada en la zona. El Café Taizandō es un enclave en el que la historia, el día a día y la sensibilidad poética se solapan. Vale la pena empaparse de los múltiples atractivos de la localidad y respirar ese aire con olor a monte y naturaleza.
Café Taizandō
- Dirección: Saitama-ken Chichibu-shi Banbamachi 11-6
- Horario: de 13:00 a 17:00 (última comanda a las 16:30). Cerrado por descanso los martes y los miércoles. Prohibida la entrada a menores de siete años.
- Cómo llegar: a unos siete minutos a pie de las estaciones de Ohanabatake y Chichibu, ambas de la compañía ferroviaria Chichibu Tetsudō, o a unos 12 minutos a pie de la estación de Seibu-Chichibu (línea Seibu Ikebukuro)
- Sitio web oficial: https://www.instagram.com/taizando_cafe/
Texto e imágenes: Kawaguchi Yōko.
Imagen del encabezado: el Café Taizandō visto desde la calle Kuromon.
(Traducido al español del original en japonés)
Publicar comentario