El manga, de entretenimiento a arte: la revista ‘Garo’ y la experimentación creativa

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Desde su primera edición en 1964, Gekkan Manga Garo antepuso la libertad del autor, elevando el manga de entretenimiento popular a expresión artística. Que hoy existan en el manga japonés obras del calado de novelas semibiográficas, grandes narraciones históricas o trabajos filosóficos se debe en parte a “laboratorios de la expresión” como Garo, que publicaron sin cesar trabajos de vanguardia.

Los inicios como editorial de Shirato Sanpei

Garo nació en julio de 1964, en plena era del rápido crecimiento económico y del fervor generado por los Juegos Olímpicos de Tokio en el periodo Shōwa (1926-1989). El editor Nagai Katsuichi, que había labrado su reputación con numerosos éxitos en el manga de alquiler (sistema en el Japón de posguerra según el que los lectores no compraban el manga, sino que lo alquilaban en librerías de préstamo por una pequeña cuota), concibió la revista mientras convalecía de tuberculosis. Contó para ello con el respaldo creativo y financiero de Shirato Sanpei, autor del popular Ninja bugeichō Kagemaru-den (Crónica de las artes marciales ninja: la leyenda de Kagemaru), quien aceptó participar plenamente en la estructura del nuevo medio. El objetivo era doble: dar cabida a la nueva gran obra de Shirato y ofrecer un espacio de publicación a aquellos mangakas que habían perdido oportunidades con el declive del mercado del manga de alquiler.

El número inaugural llevó en sus páginas iniciales la sección Shirato Sanpei kessaku senshū (Selección de obras maestras de Shirato Sanpei) e incluía estas cuatro obras: Zashikiwarashi (El duende de la habitación de tatami), Akai take (El bambú rojo), Yōnin (El ninja visible) y Kugutsu (La marioneta). Además, se publicaron otros trabajos, como Furōfushi no jutsu (La técnica de la inmortalidad) de Mizuki Shigeru, el principal referente del manga de yōkai (monstruos y fantasmas japoneses).

Nagai recordaba aquella época en su obra autobiográfica de la siguiente manera:

“Aparte de la cuestión de la rentabilidad, ardía en mí el deseo de sacar una revista mensual de manga. Quería que, en esa revista, los dibujantes que me gustaban pudieran dedicar todas sus fuerzas a hacer aquello que realmente deseaban. Aun hoy, al recordarlo, me doy cuenta de que fue casi la primera vez que pensé con total seriedad en publicar buen manga”.

(Garo henshū-chō; “Editor jefe de Garo”; Nagai Katsuichi, Ed. Chikuma Bunko.)

Número inaugural de Garo (izquierda), con obras de Shirato principalmente; el número 2. (Fotografía del autor)
Número inaugural de Garo (izquierda), con obras de Shirato principalmente; el número 2. (Fotografía del autor)

Shirato propuso además un premio mensual para nuevos autores de sutorī manga (manga narrativo) y de manga dramático. En esa época los concursos para novatos se centraban sobre todo en manga de una sola viñeta o de cuatro, por lo que este tipo de convocatoria era inusual. Este enfoque privilegió la originalidad frente a la comercialidad y se convirtió en eje de la política editorial de Garo.

Una obra épica con repercusión social: la epopeya Kamui-den

A partir de diciembre de 1964 (el cuarto número de la publicación), comenzó la nueva serie de Shirato: Kamui-den (La leyenda de Kamui). Ambientada en Hioki, un dominio ficticio del Japón del período Edo (1603-1868) temprano, se centra en tres jóvenes —el ninja desertor Kamui, Sōka Ryūnosuke, prófugo del dominio que busca vengar la muerte de su padre, y el campesino Shōsuke— cuyas vidas convergen en un drama histórico de gran escala con más de cien personajes.

Shirato dedicó en cada edición más de 100 páginas a la serie, convirtiéndola en una saga sin parangón.

En la anterior obra conjunta producida entre Nagai y Shirato, Ninja Bugeichō Kagemaru-den, ambientada a finales de la era Sengoku, de los Estados Guerreros (1467-1573), se describen las vidas llenas de crueldad de guerreros en busca de venganza y otros personajes que viven en conflicto; la historia se centra principalmente en Kagemaru, quien se enfrenta a Oda Nobunaga, tirano que trata de unificar el país bajo su mando.

Ninja Bugeichō Kagemaru-den (Crónica de las artes marciales ninja: la leyenda de Kagemaru) (izquierda) y Kamui-den (La leyenda de Kamui). (Fotografía del autor)
Ninja Bugeichō Kagemaru-den (Crónica de las artes marciales ninja: la leyenda de Kagemaru) (izquierda) y Kamui-den (La leyenda de Kamui). (Fotografía del autor)

Ambas obras, a través de los ninjas, personas que sufrían bajo el sistema de clases y  retratan la estructura social del país y las penurias humanas. Incluso las llegaron a llamar “manga con una visión materialista de la historia”, y lograron captar el espíritu de los jóvenes de la época, sacudidos por los movimientos estudiantiles. Intelectuales como Tsurumi Shunsuke, profesor de la Facultad de Letras de la Universidad Dōshisha, las valoraron en gran medida, llegando a calificarlas como “un movimiento ideológico en sí mismo” (Shirato Sanpei shoki ishokusakusen bessatsu Shirato gekiga no hajimari; “Selección de obras tempranas inusuales de Sanpei Shirato – suplemento de los comienzos del gekiga de Shirato; Ed. Seirinkōgeisha).

La pesadilla y lo absurdo: Nejishiki, de Tsuge Yoshiharu

En la etapa inicial de Garo, en abril de 1965, apareció el siguiente anuncio: “Estimado Tsuge Yoshiharu: por favor, contacte con nosotros”. La intención era incorporar al autor al proyecto editorial. En un principio Tsuge trabajaba en una fábrica mientras dibujaba, pero a partir de 1955 pasó a dedicarse a tiempo completo a dibujar manga, produciendo obras de distintos géneros —relatos de adolescencia, de historia, de acción y de terror— para el manga de alquiler. Aunque desde 1958 ya dibujaba para algunas revistas mensuales importantes, no aguantaba las exigencias de editores y volvió al manga de alquiler. En el momento de dicho aviso se encontraba ante el dilema de no poder dibujar lo que quería. Tras responder al mensaje, Tsuge se encontró con Nagai y aceptó su invitación de empezar a enviar sus obras cortas a Garo.

Su primera obra en Garo fue Uwasa no bushi (Un samurái en boca de todos) en agosto de 1965. En 1966 publicó Numa (El pantano) y Chīko, dos relatos con estilo de novela semiautobiográfica que definieron su estilo. Tsuge había encontrado un lugar donde dibujar lo que quería. En el número de octubre de 1967 apareció Akai hana (La flor roja), tras el cual nacieron relatos de viaje y obras maestras como Mokkiriya no shōjo (La muchacha de la taberna Mokkiriya). En el número extra de Garo de junio de 1968, Tsuge Yoshiharu tokushū (Especial de Tsuge Yoshiharu), publicó Nejishiki (A rosca), donde plasmó un sueño absurdo que él mismo había tenido, obra con la que obtuvo gran reconocimiento.

La obra representativa de Tsuge Yoshiharu: Nejishiki (A rosca) © Tsuge Yoshiharu / Seirinkōgeisha.
La obra representativa de Tsuge Yoshiharu: Nejishiki (A rosca) © Tsuge Yoshiharu / Seirinkōgeisha.

Tsuge colaboró con Garo durante aproximadamente cinco años, hasta Yanagiya Shujin (El dueño de la tienda Yanagiya) en 1970. Sus obras influyeron en los nuevos autores que surgieron del premio mensual de la revista. Su narrativa surrealista le valió el apelativo de “estilo Garo”.

En 2020 recibió el Premio de Honor en el Festival Internacional de Cómics de Angulema (Francia). En la ceremonia fue presentado como “el Godard del mundo del manga”. Sus obras completas han sido publicadas en francés e inglés y su fama trasciende fronteras. Muchos de sus trabajos más citados fueron publicados originalmente en Garo.

El estilo Garo: evocación de la literatura pura

Desde su inicio, uno de los autores habituales con Shirato fue el gran exponente del manga de yōkai, Mizuki Shigeru. Para nutrir la revista, Mizuki escribió bajo otros seudónimos, hizo columnas y sketchs. Entre sus obras aportadas están Kitarō yawa (Cuentos nocturnos de Kitarō), remake de Hakaba Kitarō de la época de mangas de alquiler, y la obra larga histórica de Kondō Isami Hoshi o tsukami sokoneru otoko (El hombre que no pudo atrapar una estrella).

Tras él surgieron varios talentos formados en el manga de alquiler. Nagashima Shinji exploró la soledad urbana en Yojōhan no monogatari (Historias de cuatro tatamis y medio), mientras que Tatsumi Yoshihiro —quien acuñó la palabra “gekiga” (manga dramático)— retrató la naturaleza humana sin máscaras. Takita Yū ambientó relatos nostálgicos en barrios rojos en su serie corta Terajima-chō kitan (Cuentos extraños de Terajima-chō). Tsuge Tadao (hermano de Yoshiharu) plasmó vidas marginales con trazo firme.

Autores premiados jóvenes como Ikegami Ryōichi, Yaguchi Takao, Tsurita Kuniko, Hayashi Seiichi, Sasaki Maki, Kawasaki Yukio y Hisauchi Michio proliferaron. Hayashi publicó Sekishoku erejī (Elegía roja), que inspiró la canción homónima del músico Agata Morioto y se convirtió en éxito de la radio nocturna. Las obras de Garo incitaron influencias cruzadas con la cultura juvenil: folk, rock, teatro… La revista también dedicó espacio a la crítica del manga.

Garo publicó obras de autores de diversos géneros. (Fotografía de Matsumoto Sōichi)
Garo publicó obras de autores de diversos géneros. (Fotografía de Matsumoto Sōichi)

Los logros de Garo hasta la década de 1970 radican en haber roto con la idea establecida de que el manga es un entretenimiento de masas o una lectura para niños. El crítico Kure Tomofusa señaló: “Evocaba la literatura pura en el ámbito de la novela, y dio lugar al nacimiento de los ‘jóvenes del manga’, en el mismo sentido en que antes existieron los ‘jóvenes de la literatura’ de un tiempo anterior” (Gendai manga no zentai-zō; “La visión global del manga contemporáneo”; Ed. Futaba Bunko).

Tezuka Osamu también lanzó COM

En diciembre de 1967, Tezuka Osamu lanzó COM, una revista mensual de la productora Mushi Pro. En ella publicó trabajos experimentales que no buscaban el éxito comercial. Su serie Hi no tori (Fénix) suele verse como respuesta a Kamui-den. También en COM aparecieron Jun, de Ishinomori Shōtarō, Fūten, de Nagashima, y otras obras que mostraban nuevos talentos o artículos de críticos, algo que evocaba la filosofía de Garo.

El primer número de COM. (Fotografía del autor)
El primer número de COM. (Fotografía del autor)

En COM se creó también una sección para publicar obras de nuevos talentos llamada “Gura Kon”. Allí debutaron autoras que luego serían populares mangakas de shōjo (historias para chicas), como Takemiya Keiko (obra representativa: Kaze to ki no uta / El poema del viento y los árboles). En la sección de intercambio se fue tejiendo una red nacional de aficionados y creadores amateurs, que más tarde dio lugar a festivales de fans de manga en distintas regiones, uno de los orígenes de las ferias de venta de dōjinshi (fanzines), con el Comiket como máximo exponente.

El prototipo del actual Comiket se desarrolló a partir del rincón de intercambio de COM. (Fotografía del autor)
El prototipo del actual Comiket se desarrolló a partir del rincón de intercambio de COM. (Fotografía del autor)

En febrero de 1968 la editorial Shōgakukan lanzó la revista dirigida a público juvenil Big Comic. Los colaboradores eran Tezuka, Shirato, Ishinomori, Mizuki, Saitō Takao, entre otros. El editor Konishi Yūnosuke dijo que pretendía “crear el Garo de Shōgakukan”. En 1988, cuando se reanudó Kamui-den (para su segunda parte) se publicó en Big Comic, lo que evidencia la fuerte influencia de Garo en esta revista.

Alrededor de 1970 hubo una explosión de revistas de cómic juvenil. Muchos de los mangakas que surgieron en Garo o COM ocuparon papeles centrales en ese boom.

La expansión de las posibilidades expresivas del manga

En 1967, las revistas de manga para jóvenes alcanzaron el millón de ejemplares. Sin embargo, Garo y COM apenas llegaron, durante su auge, a tiradas de decenas de miles. Los ingresos eran limitados, y Garo se hizo tristemente célebre por pagar honorarios mínimos a sus autores. COM cesó su publicación a finales de 1971. Garo, tras la conclusión de la primera parte de Kamui-den en 1971, continuó con dificultad: pasó por cambios de administración, la muerte de Nagai Katsuichi en enero de 1996 y otros altibajos, hasta que en 2002 quedó, en la práctica, en suspenso.

El papel de Garo en la historia del manga japonés, durante su época de desarrollo, fue decisivo. Su eje principal no fue si una obra se vendería o no, sino qué se quería transmitir y qué se deseaba que los lectores leyeran. Dio protagonismo a la autoría como expresión individual. Produjo obras que nadie más podía crear, originales, capaces de despertar el interés de un público adulto, con una envergadura comparable a la del cine o la novela, y con ello amplió las posibilidades expresivas del manga.

Garo, motor de la subcultura japonesa. Exposición de Yumura Teruhiko, pionero de las ilustraciones “heta-uma” (malas pero buenas) que protagonizaron las portadas en las décadas de 1970 y 1980. Tokio, julio de 2025. (Fotografía cortesía de Ken Elephant).
Garo, motor de la subcultura japonesa. Exposición de Yumura Teruhiko, pionero de las ilustraciones “heta-uma” (malas pero buenas) que protagonizaron las portadas en las décadas de 1970 y 1980. Tokio, julio de 2025. (Fotografía cortesía de Ken Elephant).

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Garo, revista que expandió las posibilidades del manga publicando obras de alta calidad artística – fotografía de Matsumoto Sōichi.)

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