El Museo Conmemorativo de la Repatriación de Maizuru y los recuerdos de los prisioneros japoneses en Siberia

Escribe un artículo en francés sobre: ​​El Museo Conmemorativo de la Repatriación de Maizuru y los recuerdos de los prisioneros japoneses en Siberia
rewrite this content and keep HTML tags as is:

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial llegaron al puerto de Maizuru, en Kioto, barcos con prisioneros de guerra recluidos en Siberia. El Museo Conmemorativo de la Repatriación de Maizuru ofrece una oportunidad para reflexionar sobre los 80 años transcurridos desde el fin del conflicto bélico, mediante recuerdos de los prisioneros en los campos de concentración, de su nostalgia la familia y la patria.

Maizuru, el lugar donde los repatriados reiniciaron su vida tras la guerra

“Maizuru fue elegida sede del Museo Conmemorativo de la Repatriación, ya que fue aquí donde muchos de los repatriados provenientes de Siberia y otros lugares retomaron su vida tras el fin de la Segunda Guerra Mundial”.

Esta frase, con la que un curador del museo comenzó el recorrido en el que yo participaba, me causó cierta conmoción. Entre 1945 y 1958 llegaron al puerto de Maizuru, ubicado en el norte de la prefectura de Kioto, frente al mar del Japón, cerca de 660.000 repatriados.

El 15 de agosto de 1945 el emperador Hirohito dio un discurso por radio en el que aceptaba la Declaración de Potsdam, lo que significaba el fin de la Segunda Guerra Mundial. En 2025 muchos medios de comunicación emiten programas especiales para conmemorar el 80.º aniversario del fin del conflicto. Sin embargo, para los prisioneros en los campos de concentración de Siberia, la guerra terminó en el momento en el que pisaron de nuevo la tierra de Japón, por lo que el concepto del fin de la guerra difiere para cada uno: para algunos llegó hace 77 años, mientras que para otros, hace 69.

Para los habitantes de Maizuru la finalización de la guerra tampoco llegaría de inmediato, porque durante trece años siguieron recibiendo a los repatriados con saludos tales como “¡Bienvenidos de vuelta!” o “¡Enhorabuena!” y agasajándolos con té o camotes (boniatos o batatas) cocidos al vapor a su llegada.

El Museo Conmemorativo de la Repatriación de Maizuru fue renovado en 2015.
El Museo Conmemorativo de la Repatriación de Maizuru fue renovado en 2015.

La entrada a la exposición permanente. Resulta impresionante la fotografía en la que se ve a los lugareños en el muelle recibiendo con alegría a los repatriados.
La entrada a la exposición permanente. Resulta impresionante la fotografía en la que se ve a los lugareños en el muelle recibiendo con alegría a los repatriados.

Los habitantes de Maizuru siguieron acogiendo a los repatriados a su llegada. En la Oficina de Apoyo a los Repatriados se llevaban a cabo espectáculos de bienvenida (fotografía del centro). En la estación de Higashi Maizuru los locales les ofrecían té (fotografía de la derecha).
Los habitantes de Maizuru siguieron acogiendo a los repatriados a su llegada. En la Oficina de Apoyo a los Repatriados se llevaban a cabo espectáculos de bienvenida (fotografía del centro). En la estación de Higashi Maizuru los locales les ofrecían té (fotografía de la derecha).

En la década de 1980 algunos de los repatriados, ya adultos mayores, expresaron su deseo de establecer un museo conmemorativo en Maizuru, lugar en el que la posguerra había comenzado para ellos. Pensaban que si la zona recibía muchos visitantes, podrían devolver así parte de los favores a los lugareños que los habían recibido. Con este objetivo, recaudaron no menos de 74 millones de yenes de los repatriados de todo el país y de los habitantes de Maizuru.

También recibieron subvenciones por valor de 20 millones de yenes de la prefectura de Kioto. La ciudad construyó el museo conmemorativo, con un costo total de 240 millones de yenes, y lo inauguró en 1988. Se donaron cerca de 160.000 objetos de valor histórico y en la actualidad se exponen más de mil de forma permanente.

Cucharas y palillos hechos a mano por los prisioneros en los campos de concentración de Siberia. A través de estas piezas se atestigua la habilidad de los japoneses y la alegría que significaba para ellos la poca comida que recibían.
Cucharas y palillos hechos a mano por los prisioneros en los campos de concentración de Siberia. A través de estas piezas se atestigua la habilidad de los japoneses y la alegría que significaba para ellos la poca comida que recibían.

Un puerto militar para enfrentar a Rusia, el lugar de bienvenida de los repatriados

Maizuru está dividida en dos zonas: la este y la oeste. La zona oeste prosperó como ciudad al pie del castillo del dominio Tango-Tanabe, mientras que la este floreció como puerto de una base naval establecida por la extinta Armada Imperial de Japón.

La Armada contaba con los puertos de Yokosuka (prefectura de Kanagawa), Kure (prefectura de Hiroshima) y Sasebo (prefectura de Nagasaki), y, cuando aumentaron las tensiones con Rusia en 1901, se inauguró el puerto de Maizuru como la última base naval y la única en las costas del mar del Japón. Tres años después, cuando estalló la guerra rusojaponesa (1904-1905), la actividad en el puerto aumentó de manera importante, tal como se había previsto. Cerca de 460.000 prisioneros, que habían estado recluidos en Siberia tras la Segunda Guerra Mundial, llegaron a Japón por Maizuru, algo lógico teniendo en cuenta su ubicación geográfica. Ese número representa un 70 % del total de los 660.000 repatriados.

La vista del puerto de Maizuru desde el monte Gorō. A la izquierda se aprecia la estrecha boca de la bahía en la parte de Nishi-Maizuru y a la derecha, en el fondo, la bahía de Higashi-Maizuru, que es un baluarte.
La vista del puerto de Maizuru desde el monte Gorō. A la izquierda se aprecia la estrecha boca de la bahía en la parte de Nishi-Maizuru y a la derecha, en el fondo, la bahía de Higashi-Maizuru, que es un baluarte.

Maquetas donadas que representan los buques en los que se repatriaron los prisioneros. A lo largo de 13 años llegaron a Maizuru 346 buques.
Maquetas donadas que representan los buques en los que se repatriaron los prisioneros. A lo largo de 13 años llegaron a Maizuru 346 buques.

En Siberia fueron recluidos principalmente soldados japoneses desarmados en Manchuria o Sajalín. El Ejército de la URSS los subía a los ferrocarriles a la voz de damoi (“a casa”), pero cuando descendían se daban cuenta de que habían sido trasladados a campos de concentración en Siberia, en el noreste de Rusia.

En esos lugares fueron obligados a trabajar en la tala de árboles, la minería o la construcción de ferrocarriles, actividades que aportaron al desarrollo de Siberia. Los inviernos eran sumamente crudos, con temperaturas por debajo de los 30 grados centígrados bajo cero. En esas condiciones, se cuenta, los forzaban a veces a trabajar por más de diez horas a la intemperie.

Una maqueta de un campo de concentración. Los guardias de las cuatro torres de vigilancia disparaban a aquellos que osaban acercarse a los muros externos. Algunos prisioneros, desesperados, lo hacían a propósito como un acto suicida.
Una maqueta de un campo de concentración. Los guardias de las cuatro torres de vigilancia disparaban a aquellos que osaban acercarse a los muros externos. Algunos prisioneros, desesperados, lo hacían a propósito como un acto suicida.

Los prisioneros comían dos veces al día. En la mayoría de los campos de concentración les servían una rebanada de pan negro (de centeno), de sabor ácido, acompañada de una sopa con poquísimas verduras deshidratadas o simplemente caldo. Vivían en una situación de permanente hambruna, por lo que el tamaño de las porciones de pan podía ocasionar peleas entre los internos. Además, las condiciones en general eran insalubres, por lo que cerca del 10 % de los prisioneros en Siberia, unos 60.000, perdieron la vida por enfermedades.

Maqueta de una comida en un campo de concentración. Para evitar peleas por el tamaño del pan, los internos construían básculas a mano.
Maqueta de una comida en un campo de concentración. Para evitar peleas por el tamaño del pan, los internos construían básculas a mano.

Testimonio de la vida desesperada de los prisioneros

En 2015, cerca de 570 objetos pertenecientes al Museo Conmemorativo de la Repatriación de Maizuru fueron designados parte de la Memoria del Mundo, un programa de UNESCO.

Entre ellos destaca el Diario de abedul, una pieza invaluable en la que quedaron plasmados la nostalgia y los tristes recuerdos de la vida que llevaban los prisioneros. Se trata de 36 láminas de corteza de abedul, en las que se escribió con plumas fabricadas con pedazos de lata, y con tinta hecha con hollín y agua. En este diario se encuentran 200 poemas haiku y tanka. Seno Shū, repatriado a Maizuru en 1947, llevó consigo las láminas de Siberia a Japón.

La zona donde se expone el Diario de abedul.
La zona donde se expone el Diario de abedul.

Cualquier diario o nota era confiscado en los campos de concentración, ya que se consideraba que podía ser parte de alguna actividad de espionaje. Incluso si se lograba conservar, a veces era decomisado por el Ejército soviético en el momento de subir a los barcos de repatriación, o por el Ejército estadounidense al llegar a Maizuru, ya que servían como fuente para conocer la situación en el interior de la URSS.

El Diario de abedul mide 9 cm de largo y 12,5 cm de ancho. Se enrollaba y se podía llevar escondido en la mano. Fue así como, milagrosamente, pudo llegar a Japón y convertirse en testimonio de la miseria de la guerra.

Las delicadas letras no han perdido su color a pesar los 80 años transcurridos. Es evidente que se intentó mejorar la calidad de la tinta y las puntas de las plumas, para dejar testimonio escrito de los recuerdos.
Las delicadas letras no han perdido su color a pesar los 80 años transcurridos. Es evidente que se intentó mejorar la calidad de la tinta y las puntas de las plumas, para dejar testimonio escrito de los recuerdos.

En el museo también se almacenan y exponen directorios con los nombres y direcciones de otros prisioneros, así como cartas enviadas a sus familias. Al escribirlas sin duda reconfirmaban su nostalgia y amor a su lugar de origen y sus familiares, sentimiento que los ayudaba a soportar las dificultades y la incertidumbre de cuándo podrían volver a su país.

También sobrevivieron algunos objetos que les daban alegría en las dificultades, como piezas del juego de mesa mahjong hechas a mano. Estas también reflejan la habilidad de los japoneses para los trabajos manuales. Seguramente muchos de ellos lograron sobrevivir gracias a estos pequeños rayos de luz en la oscuridad.

Las listas con las direcciones de los fallecidos en los campos de concentración son también objetos designados Memoria del Mundo.
Las listas con las direcciones de los fallecidos en los campos de concentración son también objetos designados Memoria del Mundo.

Piezas de mahjong que encajan a la perfección en su caja de madera.
Piezas de mahjong que encajan a la perfección en su caja de madera.

Las “madres del muelle”, símbolos de Maizuru

Inmediatamente después de la derrota en la Segunda Guerra Mundial comenzó el proceso de repatriación de soldados a 18 puertos de Japón. Después de 1950 estos buques ya solo llegaban a Maizuru. Cada vez que llegaba un barco, en el muelle se reunían familiares y amigos procedentes de todo el país.

Algunas personas se presentaban por si acaso en Maizuru en repetidas ocasiones, aunque sus familiares no aparecieran en la lista de repatriados, con la esperanza de encontrarlos. Algunas mujeres se acercaban a los repatriados para preguntarles por sus hijos o sus maridos. Comenzaron a ser conocidas como las “madres” o las “esposas del muelle”.

Un monumento en honor a las madres y esposas del muelle, que esperaban ansiosas a sus familiares en la costa de Gojō.
Un monumento en honor a las madres y esposas del muelle, que esperaban ansiosas a sus familiares en la costa de Gojō.

En esta maqueta se recrea la forma en la que los repatriados transbordaban de un gran buque a barcos pequeños para llegar al muelle. Los edificios que se aprecian al fondo pertenecían a la Oficina de Apoyo a los Repatrtiados.
En esta maqueta se recrea la forma en la que los repatriados transbordaban de un gran buque a barcos pequeños para llegar al muelle. Los edificios que se aprecian al fondo pertenecían a la Oficina de Apoyo a los Repatrtiados.

Desde 1950 y durante seis años Hashino Ise, oriunda de Ōmori, Tokio, se presentó en Maizuru cada vez que llegaba un barco con la ilusión de encontrar a su hijo, del que se supo por última vez en Manchuria. En 1954 se popularizó una canción inspirada en su historia titulada La madre del muelle. En la década de 1970 se realizó una versión al estilo kayōrōkyoku y volvió a ganar popularidad. La historia de Hashino incluso llegó a la televisión y el cine.

Por desgracia, Ise murió en 1982 sin haber logrado el deseado reencuentro con su hijo. Para ella la guerra nunca llegó a terminar.

Las cartas que escribió Ise y el informe de declaración de la muerte de su hijo Shinji también forman parte de la colección del museo, en la sección de madres y esposas del muelle.
Las cartas que escribió Ise y el informe de declaración de la muerte de su hijo Shinji también forman parte de la colección del museo, en la sección de madres y esposas del muelle.

El monumento Las madres del muelle, en el Parque Conmemorativo de la Repatriación (izquierda), tiene grabada una poesía. Los versos iniciales: “La madre vino, hoy también vino”, conmueven a muchos visitantes.
El monumento Las madres del muelle, en el Parque Conmemorativo de la Repatriación (izquierda), tiene grabada una poesía. Los versos iniciales: “La madre vino, hoy también vino”, conmueven a muchos visitantes.

Una ciudad que sigue dando voz a los repatriados

Cuando el Museo Conmemorativo de la Repatriación de Maizuru fue inaugurado recibía anualmente a más de 200.000 personas, muchas de ellas grupos de repatriados y sus familiares. Para una pequeña localidad cuya población ascendía entonces a tan solo 80.000 personas, supuso una gran fuente de ánimo.

Conforme se desvanecen los recuerdos de la guerra, el museo recibe cada vez menos visitantes. En 2010 bajó al umbral de los 100.000, y la ciudad, en un intento por fortalecer la presencia del museo, trabajó para que algunos objetos de la colección fueran designados Memoria del Mundo, lo cual trajo de vuelta la atención a Maizuru. En 2022 se estrenó la película Rāgeri yori ai o komete (Desde el gulag con amor), que cuenta una historia sobre prisioneros en Siberia. De esta manera los jóvenes volvieron a visitar el museo.

El muelle de Taira donde llegaban los repatriados fue reconstruido, y recibe ahora muchos visitantes. Al fondo a la izquierda se observa el símbolo de la bahía de Maizuru, el Puente de la Grulla.
El muelle de Taira donde llegaban los repatriados fue reconstruido, y recibe ahora muchos visitantes. Al fondo a la izquierda se observa el símbolo de la bahía de Maizuru, el Puente de la Grulla.

Quienes experimentaron la guerra en carne propia siguen envejeciendo; uno de los retos más importantes es cómo transmitir sus recuerdos a las siguientes generaciones. En 2004 la ciudad inauguró talleres de formación de narradores, y desde 2011 los niños de sexto de primaria de la ciudad, como parte de la clase Furusato gakushū, en la que aprenden sobre su lugar de origen, visitan el Museo Conmemorativo de la Repatriación de Maizuru.

Un exestudiante que había asistido al taller fundó la organización sin fines de lucro Maizuru Hikiage Katari no Kai (Asociación de Narradores de los Repatriados de Maizuru), y ahora está a cargo, por encomienda de la ciudad, de administrar el taller del museo, en el que siempre se pueden encontrar dos narradores.

Katsushima, representante de la Asociación de narradores de los repatriados de Maizuru.
Katsushima, representante de la Asociación de narradores de los repatriados de Maizuru.

Katsushima Katsuhiko, representante de la asociación y exmiembro de la Fuerza Marítima de Autodefensa que estuvo despachado en la base de Maizuru, nos dice que en su posición tuvo acceso directo a la línea de frente. En su trabajo sentía la posibiliad de conflictos cercanos, a pesar de que en su interior seguía orando por la paz. Por eso consideró que su misión era convertirse en narrador, para aportar su grano de arena. Además, agrega, su trabajo no es el de ser guía del museo, sino el de dar voz a los repatriados que experimentaron duros sufrimientos. Con sus colegas, intenta que los visitantes no solo aprendan la historia, sino que la experimenten como si ellos mismos fueran prisioneros en Siberia, y reflexionen así sobre la paz y la guerra.

En años recientes, Maizuru es famoso por parajes tales como Maizuru Akarenga Park, un parque en el que se aprovechan almacenes de la época de la base naval, o embarcaciones turísticas que ofrecen paseos por la bahía en la que la Fuerza Marítima de Autodefensa ancla uno de sus destructores. El visitante no debe perderse la oportunidad de acudir al Museo Conmemorativo de la Repatriación de Maizuru. Aunque no sea en el marco del 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, Maizuru será siempre un lugar perfecto para reflexionar sobre la miseria de la guerra y el valor de la paz.

En Akarenga Park, además de cafeterías a la moda y otros locales, se halla el Museo Akarenga y un muelle del que zarpan embarcaciones turísticas.
En Akarenga Park, además de cafeterías a la moda y otros locales, se halla el Museo Akarenga y un muelle del que zarpan embarcaciones turísticas.

Un buque Aegis fotografiado desde una embarcación turística. En la actualidad, Maizuru es el único puerto en el que tanto la Guardia Costera como la Fuerza Marítima de Autodefensa tienen bases.
Un buque Aegis fotografiado desde una embarcación turística. En la actualidad, Maizuru es el único puerto en el que tanto la Guardia Costera como la Fuerza Marítima de Autodefensa tienen bases.

Museo de la Repatriación de Maizuru

  • Dirección: Taira 1584, ciudad de Maizuru, prefectura de Kioto
  • Horario: 9 a. m. a 5 p. m. (entrada hasta la 4:30 p. m.)
  • Cerrado los miércoles (si es día festivo, cierra al siguiente día hábil), y del 29 de diciembre al 1 de enero).
  • Entrada: Adultos 400 yenes, estudiantes 150 yenes

Reportaje, texto y fotografías: Hashino Yukinori.

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: sala en la que se recrea la vida de los prisioneros en un campo de concentración en Siberia.)

Publicar comentario