Kominka Café Koguma, una antigua farmacia del barrio tokiota de Higashi-Mukōjima que sobrevivió a la guerra

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En esta serie presentamos varias casas tradicionales de Tokio y alrededores convertidas en cafés donde el presente y el pasado se funden, y lo hacemos de la mano de una autora apasionada de las cafeterías. El quinto artículo se lo dedicamos al Kominka Café Koguma, un establecimiento que se ubica en Higashi-Mukōjima (Tokio).

Un tiempo entre recuerdos

Nuestro recorrido comienza con un paseíto de unos 20 minutos de duración desde la torre Tokyo Skytree; o, en caso de que se prefiera ir en transporte público, la estación más cercana sería la de Hikifune, perteneciente a la línea Tōbu Isesaki. Una vez allí, basta con seguir las indicaciones hacia la salida oeste y andar unos escasos siete minutos. La caminata nos lleva hasta la entrada de la calle comercial Hato no machidōri, que pasa bastante desapercibida. En esa esquina hace una veintena de años que abrió sus puertas el Kominka Café Koguma. Sin embargo, este se encuentra en un edificio formado por tres casas adosadas —concretamente, en el extremo izquierdo— con casi un siglo de antigüedad.

Recuerdo la primera vez que fui, al poco tiempo de que inauguraran la cafetería. La atmósfera de esa antigua farmacia me cautivó; por ejemplo, me llamaron la atención las letras serigrafiadas de las palabras “medicamentos y cosméticos”, que aún seguían en el edificio, y la ventana, a través de cuyos cristales viejos, gruesos y desiguales se observaba un paisaje exterior ondulado debido al vidrio acanalado. Me dediqué a contemplar el reloj de pared, que tenía péndulo, mientras esperaba el café.

A la izquierda, un reloj de pared al que se le han borrado los números; a la derecha, la palabra “medicamentos” (kusuri) serigrafiada en una ventana.
A la izquierda, un reloj de pared al que se le han borrado los números; a la derecha, la palabra “medicamentos” (kusuri) serigrafiada en una ventana.

En 2025 volví a la zona por primera vez en 15 años. Aunque los alrededores se habían transformado bastante, los encantos que ofrecía el Koguma tras sus puertas seguían siendo los mismos. Pero, entonces, ¿qué es lo que había cambiado con el paso del tiempo? Hagamos un recorrido por la historia de la cafetería y del barrio donde se encuentra.

El barrio rojo y el paso del tiempo

Son pocas las personas que a día de hoy conocen el topónimo Hato no machi (literalmente, el barrio de las palomas). En el tumulto que siguió a la Segunda Guerra Mundial esta zona se declaró barrio rojo. Consecuentemente, desde 1946 hasta 1958, cuando se promulgó la ley que prohibía la prostitución, prosperaron en ella los negocios semilegales para adultos; en esos escasos diez años fue un núcleo pasajero del entretenimiento. Escritores como Nagai Kafū y Yoshiyuki Junnosuke ambientaron sus novelas en este lugar, tal vez llevados por ese ambiente peculiar en el que se mezclaban el misticismo y la tristeza.

La calle comercial Hato no machidōri sobrevivió de milagro a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, de ahí que conserve el aspecto que tenía antes de la contienda.
La calle comercial Hato no machidōri sobrevivió de milagro a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, de ahí que conserve el aspecto que tenía antes de la contienda.

La calle comercial Hato no machidōri, que debe su nombre a la proximidad de la zona mencionada, vivió su época doraba desde la mitad de la década de 1950 hasta mediados de la de 1970 debido a la gran afluencia de clientela procedente de Mukōjima, una zona cercana llena de restaurantes. En esta callejuela de unos tres metros de ancho, que ya existía antes de la guerra, conviven ahora comercios cerrados, establecimientos en activo y viviendas, una mezcla que muestra cómo ha ido pasando el tiempo.

De farmacia a cafetería

El Koguma abrió sus puertas en 2006. Sus propietarios, el matrimonio compuesto por Yamanaka Akiko y su esposo, Masaya, reformaron la casa adosada, construida en 1927 y que había albergado una farmacia durante 60 años, y le dieron una segunda vida.

Una botella vieja de un medicamento colocada en una alacena.
Una botella vieja de un medicamento colocada en una alacena.

“Nuestra visión consistía en no añadir nada, sino en sustraer elementos”, explica Yamanaka Akiko. Así pues, el enorme botiquín que ocupaba toda una pared hace ahora las veces de vitrina expositora de piezas de cerámica y de librero. Por otra parte, las mesas y las sillas las heredaron de la familia de Masaya, que regenta una academia preparatoria. En algunas de ellas se notan aún los garabatillos de los estudiantes.

Durante la reforma, el suelo, que era de hormigón desnudo, se cubrió con unas tablas de pino para cuyo acabado se eligieron tintes tradicionales: tanino de caqui y óxido de hierro rojo. A decir verdad, daba la sensación de que ese fuera el suelo original. En el centro del local hay un reloj de pared que data de los tiempos de la farmacia.

“Se suponía que estaba parado, pero, curiosamente, volvió a funcionar cuando inauguramos la cafetería”, comenta entre risas el matrimonio.

El reloj de péndulo, que cuelga de un pilar, forma parte de la historia del local.
El reloj de péndulo, que cuelga de un pilar, forma parte de la historia del local.

Dos platos con el sello del distrito de Sumida

La carta de bebidas del Koguma es muy variada: café, matcha de Uji con leche, refrescos con helado… Recomiendo encarecidamente probar alguna de las especialidades de la marca Sumida Modan, una etiqueta que otorgan las autoridades municipales de Sumida. Una de ellas es un arroz cubierto de tortilla francesa (omuraisu) que se prepara al horno y resulta una elección perfecta para almorzar. Al meter la cuchara en el plato, la capa que forma el huevo, cuya consistencia es similar a la de una quiche, se rompe y hace que se libere un poquito de vapor de agua. El arroz con kétchup que hay debajo contiene el suave aroma de diez especias.

El omuraisu al horno se sirve ardiendo.
El omuraisu al horno se sirve ardiendo.

La otra especialidad del sello Sumida Modan es un anmitsu con forma de semiesfera que se come echándole encima sirope de azúcar moreno. Este postre, fresco y bonito, se hace con una gelatina kanten transparente dentro de la cual las frutas y la pasta an casera parecen flotar.

Anmitsu semiesférico, una de las especialidades del Kominka Café Koguma.
Anmitsu semiesférico, una de las especialidades del Kominka Café Koguma.

Los vínculos entre el arte y la comunidad

El matrimonio Yamanaka vivía antes en Musashino, una ciudad de la parte occidental de Tokio. La historia de esta pareja, que dirigía una pequeña compañía de teatro, va de la mano del auge que vivieron los proyectos artísticos en la región oriental de la metrópoli durante la década del año 2000. En esa época los habitantes del distrito de Sumida y de otros barrios del este de la capital, que se enfrentaban al envejecimiento de su población y a una industria en decadencia, contemplaban revitalizar la economía local mediante actividades artísticas. En ese contexto, los Yamanaka fueron a Mukōjima con motivo de una representación teatral y quedaron fascinados por la calle comercial Hato no machidōri. “Nos enamoramos del trazado de la zona, propio del Tokio de antaño, y de las callejuelas”, explica la pareja, que entonces decidió establecer allí su base de operaciones.

El matrimonio Yamanaka, propietarios de la cafetería.
El matrimonio Yamanaka, propietarios de la cafetería.

Tras inaugurar el Koguma, el matrimonio Yamanaka se implicó activamente en la asociación local de comerciantes, de la que ahora son vicepresidentes. Desde esta plataforma hacen todo lo posible para mejorar la zona.

Una zona que no pierde su esencia a pesar de los cambios

Decido dar un paseo por la calle comercial, a la que hacía años que no venía. Antes en el distrito rojo había edificios cuyas fachadas estaban decorados con azulejos de colores vivos y escaparates para atraer a la clientela. Hace quince años esos edificios, conocidos como “arquitectura de cafés” o “arquitectura de distrito rojo”, sobrevivían a duras penas en los callejones; sin embargo, ya no queda ni rastro de ellos. Los descampados, con una maleza digna de un bosque, los ocupan ahora edificios nuevos de apartamentos. Además, en el propio Koguma se puede ver a familias con niños. La cafetería, que antes se consideraba un negocio novedoso fundado por gente que se había mudado al barrio, se ha convertido en uno de los locales más representativos y arraigados de la calle comercial.

Por otra parte, el edificio donde se encuentra el Koguma también ha sufrido cambios físicos: se cortó la enorme viga que antiguamente abarcaba todas las casas adosadas, de modo que cada una de las tres construcciones se volviera independiente. Fue como si alguien le hubiera quitado el palito a la típica brocheta formada por tres bolitas de dango.

La cafetería se encuentra en el extremo izquierdo de tres casas adosadas.
La cafetería se encuentra en el extremo izquierdo de tres casas adosadas.

Con todo, la cafetería sigue acogiendo a la clientela con el mismo ambiente tranquilo de siempre. Para Yamanaka Akiko no hay mayor placer que ese momento en el que desde la cocina oye una conversación agradable o algún indicio de que llega alguien.

“Queremos que los clientes disfruten de su tiempo, así que no entablamos conversación con ellos”, explica el matrimonio. En la cafetería hay gente que lee absorta o disfruta de la comida, todos y cada uno de ellos a su propio ritmo. De hecho, incluso hay quienes tienen un café en la mano y, con la otra, hacen un boceto del Koguma que les regalan a los propietarios antes de marcharse. Es posible que un ambiente como este estimule el gusto artístico y sirva de inspiración.

En un barrio donde quedan retales de las vistas propias de la preguerra, el Koguma, una cafetería en una antigua vivienda tradicional, se ha convertido en una especie de almacén de recuerdos. A mediodía hay bastante gente, por lo que recomiendo ir a última hora de la tarde si se quiere disfrutar de un ambiente más tranquilo. La alacena donde antes había cosméticos y medicamentos; el reloj de pared, testigo de los cambios en la vida de quienes pasaban por allí. Vale la pena acercarse a la calle comercial Hato no machidōri para ver semejantes objetos.

Kominka Café Koguma

  • Dirección: Tōkyō-to Sumida-ku Higashi-Mukōjima 1-23-14
  • Horario: de 11:30 a 18:30 (última comanda a las 18:00). Cerrado por descanso los martes y los miércoles. Solo se admiten pagos en efectivo o con PayPay.
  • Cómo llegar: a unos ocho minutos a pie de la estación de Hikifune, de la línea Tōbu Isesaki (línea Tōbu Skytree)
  • Sitio web oficial: https://ko-gu-ma.com/

Texto e imágenes: Kawaguchi Yōko.

Imagen del encabezado: Vista del Kominka Café Koguma.

(Traducción al español del original en japonés.)

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