La cooperación occidental, al borde del colapso; la diplomacia japonesa, en tela de juicio
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La cooperación entre Japón, Estados Unidos y Europa se está desmoronando. En las recientes cumbres del G7 y de la OTAN, las acciones egocéntricas del presidente de EE. UU., Donald Trump, hicieron tambalear la unión de Occidente. Ante este menosprecio de las alianzas, la respuesta de la diplomacia japonesa también está siendo cuestionada.
El G7 dividido por Oriente Medio y Ucrania
La Cumbre del G7, junto con la Cumbre de la OTAN, solía ser un evento anual que proclamaba la “solidaridad y unión” entre Japón, Estados Unidos y Europa. Sin embargo, en 2018, durante su primer mandato, Trump ya había echado a perder la cooperación al retirar a posteriori su apoyo a la declaración de los líderes del G7 a causa de los aranceles. En la reciente Cumbre del G7, la situación se intensificó aún más.
La principal razón fue la rápida evolución de la situación en Oriente Medio. En relación con el bombardeo israelí sobre Irán, que comenzó el 13 de junio, justo antes de la cumbre, Japón y Europa expresaron críticas al ataque preventivo de Israel y a la vez criticaron el programa nuclear de Irán, y se preparó un borrador de declaración conjunta que pedía contención a ambas partes, Israel e Irán. Sin embargo, dado que se preveía que esto no contaría con el apoyo de Trump, quien favorece a Israel, Canadá, como país anfitrión, decidió modificar el contenido para que “no se reconociera la posesión de armas nucleares por parte de Irán y se reconociera el derecho de autodefensa de Israel”(*1), logrando así el acuerdo. Esta modificación fue publicada como una declaración conjunta del G7.
Aunque hasta este punto todo fue bien, Trump, al finalizar la cena de líderes donde se discutió este tema, regresó inmediatamente a su país aduciendo “manejar la situación en Oriente Medio”. Por esta razón, la situación en Ucrania, que Japón, Europa y Canadá habían establecido como un tema importante para el día siguiente, se vio relegada a una discusión del “G6” sin la presencia de Estados Unidos. Como resultado, no solo no se emitió la habitual “Declaración de los Líderes de la Cumbre”, sino que tampoco se logró la declaración conjunta solicitada por Europa para endurecer las sanciones contra Rusia. Dado que este año marcaba el 50.º aniversario de la cumbre, la pérdida de unión dejó una impresión aún más fuerte en la comunidad internacional.
Las lisonjas tuvieron prioridad en la OTAN
Una semana después de la Cumbre del G7, la arrogancia de Trump volvió a destacarse en la Cumbre de la OTAN celebrada en La Haya, Países Bajos. Los principales temas tratados en la cumbre fueron la exigencia de Estados Unidos de que los países miembros aumenten del 2 % al 5 % del PIB el gasto destinado a defensa, y el conflicto generado por el bombardeo unilateral de instalaciones nucleares iraníes llevado a cabo por Washington dos días antes, el 22 de junio.
En la reunión, se llegó a un acuerdo para aumentar el gasto de defensa esencial de los países miembros al 3,5 % del PIB y, además, añadir un 1,5 % en “gastos relacionados”, como la protección de infraestructuras y la inversión en la industria de defensa, para alcanzar un total del 5 % de aquí a 2035, lo cual se incluyó en la declaración de los líderes.
Sin embargo, mientras que la presión de Estados Unidos fue respondida con medidas desesperadas, es un hecho que destacaron los tratos especiales, como la gestión del ex primer ministro de Países Bajos y actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte, para que Trump se alojara como invitado de honor en el palacio real de su país.
Lo más desconcertante fue la revelación pública de que Rutte había enviado una carta personal a Trump, en la que le decía: “Usted ha logrado la hazaña de aumentar el gasto en defensa de los países miembros, algo que ningún presidente de Estados Unidos ha conseguido”, y, sobre el bombardeo en Irán: “Le agradezco su acción decisiva que nos ha hecho a todos más seguros”. Trump, con orgullo, lo publicó en sus redes sociales de camino a La Haya.
Se decía que Rutte tenía una relación personal cercana con Trump desde antes de asumir el cargo de secretario general (en octubre del año pasado), y es innegable que perdió prestigio al hacerse pública su carta personal. Aunque podría considerarse un esfuerzo desesperado para prevenir conflictos y divisiones dentro de la OTAN, la continua serie de elogios sumamente serviles provocó críticas incluso en los medios estadounidenses, que lo calificaron de “adulación que da ganas de apartar la mirada”(*2).
Un golpe adicional para España
Trump no olvidó arremeter contra los países miembros que no habían logrado aumentar su gasto en defensa. En la rueda de prensa posterior a la clausura de la cumbre, Trump criticó directamente al primer ministro de España, Pedro Sánchez, cuyo país tiene el gasto en defensa más bajo (1,28 % del PIB), diciéndole: “Ustedes son los únicos que no pagan”, y añadió que les haría “pagar el doble”(*3) mediante aranceles adicionales, entre otras medidas.
Aunque los países miembros europeos lograron mantener a Estados Unidos en la OTAN al consensuar el objetivo del 5 %, el problema no es la cifra. La razón es que sienten vívidamente la profunda inquietud que la desvinculación de Europa, arraigada en la administración Trump, y su postura a favor de Rusia podrían causar en el futuro de la seguridad europea.
La diplomacia japonesa en cuestión
Japón también debe ser sensible a las preocupaciones de los países europeos. A raíz de la guerra de Ucrania en 2022, el primer ministro de Japón, partiendo de la premisa común de que la seguridad de Europa y la región indopacífica son inseparables, ha asistido anualmente, por supuesto, a la Cumbre del G7 y a la Cumbre de la OTAN como país invitado, participando activamente en los debates.
Sin embargo, el primer ministro Ishiba Shigeru estuvo ausente en la reciente Cumbre de la OTAN. Además, con respecto al bombardeo israelí sobre Irán, a pesar de haber declarado inicialmente que era “totalmente inaceptable” y de haberlo condenado enérgicamente (13 de junio), en la Cumbre del G7 Japón apoyó la declaración conjunta que reconocía el derecho de Israel a la autodefensa. También evitó evaluar el bombardeo estadounidense de las instalaciones nucleares de Irán. No se sabe si esto fue para evitar agravar el conflicto entre Estados Unidos y Europa, o si se consideró la posición de Estados Unidos.
La ausencia en la Cumbre de la OTAN ha dado pie a especulaciones de que Japón, al igual que Europa, podría haber querido evitar una situación en la que se le exigiera un aumento del gasto en defensa. Además, los debates de los líderes sobre las acciones hegemónicas de China y la situación en Asia como Taiwán terminaron sin una conclusión clara. Si el primer ministro Ishiba hubiera asistido, habría podido exponer firmemente la posición de Japón e intercambiar información con otros líderes. Es necesario que Japón demuestre de manera más clara su liderazgo diplomático proactivo, que sustenta la alianza entre Japón y Estados Unidos.
Fotografía del encabezado: El secretario general de la OTAN, Mark Rutte (segundo por la izquierda), y el presidente de Estados Unidos, Trump, conversan durante una sesión de fotos de la Cumbre de la OTAN, el 25 de junio de 2025, en La Haya, Países Bajos (AFP=Jiji).
(Traducido al español del original en japonés.)
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