La estatua de Kisshōten del templo de Jōruriji
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Por su indumentaria y fisonomía, la imagen de Kisshōten del templo de Jōruriji recuerda a alguna dama china de alcurnia. En Japón se la celebra como la más bella de las diosas del panteón budista.
Con esas mejillas carnosas, esos ojos rasgados y esa boquita tan coqueta resulta… encantadora. Es la estatua de Kisshōten (Kichijōten) del templo de Jōruriji, en la ciudad de Kizugawa (prefectura de Kioto).
Kisshōten (“diosa auspiciosa”) es una deidad budista que tiene su origen histórico en la antigua India, en concreto en Lakshmi, diosa de la belleza y la fertilidad de la tierra.
Los últimos años del periodo Heian (794-1185), marcaron en Japón el auge de la doctrina de la Tierra Pura. Fue en esa época cuando se colocaron alineadas en el hondō o edificio principal del templo nueve estatuas del nyorai o buda Amida (sánscrito: Amitabha), señor del Paraíso de la Tierra Pura, que la tradición budista sitúa en el Oeste. Tanto el hondō como las nueve estatuas tienen la calificación de tesoro nacional. La estatua de Kisshōten, hecha en hinoki (Chamaecyparis obtusa, falso ciprés japonés) mediante el sistema de yosegizukuri, consistente en tallar por separado piezas de madera y ensamblarlas después, ocupa una pequeña capilla a un costado del gran Chūzon o Amida principal, el central entre los nueve. Pese a sus más de 800 años, la talla no ha sufrido ningún daño de importancia y sigue teniendo vistosos colores, lo cual solo es explicable por su condición de hibutsu o “buda oculto” que solo se puede reverenciar en días señalados.
Los siete paneles policromados (bienes culturales de importancia) que rodean la capilla, a modo de caja, se perdieron durante los años de intolerancia religiosa del nuevo Gobierno Meiji, en la segunda mitad del siglo XIX, durante los cuales se destruyó gran parte del patrimonio budista del país. En 1889 fueron adquiridos por la institución predecesora de la actual Universidad Nacional de las Artes de Tokio, que los sigue guardando en su colección. Las pinturas que presenta actualmente la capilla del Jōruriji, en la que la estatua sigue siendo guardada celosamente, son reproducciones hechas por dicha universidad.
Está ataviada con tres túnicas y, sobre ellas, lleva una pieza a modo de chal que le cubre los hombros. Un cordel blanco atado por delante le cae a ambos lados, describiendo amplias curvas. La mano derecha, en posición baja, muestra la palma, un mudra o gesto simbólico que transmite la idea de escuchar las súplicas. La izquierda sostiene una gema que simboliza la liberación de las pasiones. Se cree que esta estética tomó por modelo a las damas de la nobleza china. Tiene, indudablemente, un aire distinguido e incluso intelectual.
El visitante quedará cautivado por el modo en que se ha buscado la belleza hasta en los más pequeños detalles de la talla.
Según el documento titulado Jōruriji ruki no koto (bien cultural de importancia), una especie de inventario del templo, la estatua de Kichijōten fue consagrada en el hondō en el año 2 de la era Kenryaku (1212). La figura “rellenita” y los rasgos faciales bien definidos son característicos de las imágenes budistas del periodo Kamakura (1185-1333).
Kishimojin (sánscrito: Hariti), la madre de Kisshōten, era un personaje aterrador que se llevaba a los hijos de los humanos para devorarlos. Sin embargo, el buda Shaka (sánscrito: Sakyamuni) se la ganó para su causa y desde ese momento fue protectora de los alumbramientos y de la crianza.
El fotógrafo Muda Tomohiro describe así lo que siente al visitar la imagen: “Esa sonrisa que surge del interior de capilla, tocada por la suave luz de la mañana que llega tamizada por el papel de los shōji (puertas correderas), se sobrepone con la imagen que su Kishimojin ya convertida, transmitiéndonos un generoso amor por los niños”.
Domon Ken, otro fotógrafo con muchos trabajos sobre el arte budista en su haber, es todavía más categórico: “Probablemente es la figura femenina más bella dentro de la imaginería budista japonesa. Para nosotros el encanto de esta pequeña imagen es inolvidable”. Es, pues, una verdadera diosa de la belleza que no encuentra parangón en la larga historia de la estatuaria budista japonesa.
Estatua de Kisshōten
- Nombre en japonés: Kisshōten ryūzō (se usa el nombre oficial de Kichijōten ryūzō)
- Altura: 0,9 m.
- Época: Periodo Kamakura
- Colección: Templo de Jōruriji
- Grado de protección: Bien cultural de importancia (catalogado como Zushi-iri mokuzō Kichijōten ryūzō
*Esta imagen es un hibutsu o “buda oculto”. Solo se muestra en los siguientes periodos: 1 – 15 de enero; 21 de marzo – 20 de mayo; 1 de octubre – 30 de noviembre.
Fotografía del encabezado: Estatua de Kisshōten. Colección del templo de Jōruriji. (Fotografías de Muda Tomohiro)
(Traducido al español del original en japonés.)
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