La estatua del ‘gongen’ Zaō del templo de Sanbutsuji

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El gongen Zaō, deidad principal de la práctica ascética del shugendō, es reverenciado en muchas montañas sagradas. Su rostro iracundo debió de espolear la moral de los ascetas cuyas fuerzas flaqueaban.

Un tenso semblante parece proyectar hacia nosotros toda su cólera. Es la estatua de Zaō Gongen del templo de Sanbutsuji, en el monte Mitoku.

Un gongen es una encarnación o manifestación sincrética de un buda y un dios sintoísta. Zaō Gongen, es decir, el gongen Zaō, es la deidad máxima del shugendō, una práctica ascética que aúna elementos propios del culto tradicional a las montañas con otros propiamente budistas. Se cuenta que una vez que el fundador del shugendō, En no Gyōja, hacía sus ascetismos en el monte Kinpu, situado en la comarca de Yoshino (prefectura de Nara), de una grieta abierta en una gran roca surgió súbitamente el gongen Zaō. Estamos hablando del lejano periodo Asuka (finales del siglo VI – principios del siglo VIII). Con sus cabellos vueltos hacia arriba, la estatua encarna la idea del protector de la fe que sojuzga al demonio. Con el brazo izquierdo en jarra, la mano, posada en la cadera, marca el mudra (gesto budista) de la espada. El brazo derecho lo mantiene con el codo flexionado y el puño hacia arriba. La pierna de ese lado también está muy elevada, con la rodilla en ángulo. El efecto es de gran dinamismo.

La estatua se halla en el edificio llamado Oku no In, que ha sido designado tesoro nacional. Situado en una zona muy escarpada de la ladera del monte Mitoku, tiene fama de ser el “tesoro nacional más peligroso” de Japón.

Según dice la tradición, en el año 706 el citado En no Gyōja construyó al pie de la montaña una capilla () en honor del gongen Zaō y luego, valiéndose de la sobrenatural fuerza que había adquirido con su ascesis, la lanzó por los aires y la dejó encajada en la rocosa pared. Una buena explicación para la peculiar ubicación del Nageiredō y para el origen etimológico de su nombre. En 849, el maestro budista Ennin, conocido también como Jikaku Daishi, continúo la construcción de este complejo budista de montaña, colocando estatuas de tres budas: Shaka (Sakyamuni), Amida (Amithaba) y Dainichi (Mahavairocana). De ahí el nombre de Sanbutsuji, que significa “templo de los tres budas”.

El Nageiredō se mantiene en pie gracias a una serie de pilares de madera apoyados en la roca. Comparte esta forma de basamento, llamada kakezukuri, con el butai (escenario) del famoso templo de Kiyomizudera, en Kioto. Un estudio realizado en 2011 reveló que el entarimado exterior o balcón fue construido entre 1086 y 1184, en la parte final del periodo Heian. No sería, por lo tanto, parte de aquel legendario lanzamiento de En no Gyōja. Pero su método de construcción sigue siendo un misterio para los expertos.

El Nageiredō, encajado en la roca a 520 metros de altitud.

El Nageiredō, encajado en la roca a 520 metros de altitud.

La estatua está hecha en madera de hinoki (Chamaecyparis obtusa, falso ciprés japonés), siguiendo la técnica del yosegizukuri, consistente en tallar por separado piezas de madera y ensamblarlas después. Pese a estar formada por varios elementos, la figura se sostiene magníficamente sobre un único pie, lo que dice mucho de la destreza técnica de su autor. En 1921, cuando fue desmontada para proceder a su reparación, se descubrió dentro del pedestal una plegaria budista de 1168, por lo que se cree que la estatua y el edificio que la aloja datan de la misma época. Sobre su autoría, la hipótesis más plausible es la que apunta a Kōkei, padre del famoso maestro tallista Unkei. Al parecer, fue primero recubierta de arcilla blanca y luego coloreada.

En el templo de Sanbutsuji hay otras siete estatuas del gongen Zaō, todas declaradas bienes culturales de importancia. Han sido datadas también en los años finales del periodo Heian, pero están talladas en una única pieza de madera y son muy diferentes por su estilo artístico. Todas ellas, menos la que fue declarada bien cultural de importancia en 2017, pueden contemplarse en el Hōmotsuden o Salón de los Tesoros del templo. Transmiten la devoción con la que se rendía culto al gongen Zaō en el monte Mitoku durante aquella época.

Los practicantes del shugendō se retiraban del mundo y se internaban entre las montañas, donde se imponían duros ascetismos. “Sin estos ejercicios ascéticos que situaban a sus practicantes al borde de la muerte”, explica el fotógrafo Muda Tomohiro, “se entendía que no era posible renacer como un ser nuevo. Para estos hombres que arriesgaban su vida, el gongen Zaō, con su iracundo semblante, debía de ser algo así como una deidad protectora. Eso es lo que percibí a través de mi lente”.

El empinado sendero de montaña que lleva al templo de Sanbutsuji. Es un camino muy peligroso en el que se han registrado muchos accidentes.

El empinado sendero de montaña que lleva al templo de Sanbutsuji. Es un camino muy peligroso en el que se han registrado muchos accidentes.

Estatua del gongen Zaō

  • Nombre en japonés: Zaō gongen ryūzō
  • Altura: 1,15 metros
  • Época: Finales del periodo Heian
  • Colección: Templo de Sanbutsuji
  • Grado de protección: Bien cultural de importancia (catalogado como Mokuzō Zaō gongen ryūzō, guardado en el Oku no In.

Fotografía del encabezado: Estatua del gongen Zaō, colección del templo Sanbutsuji. (Fotografía de Muda Tomohiro)

(Traducido al español del original en japonés.)

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