La primera ministra de Japón no es amiga de las feministas
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La primera japonesa en convertirse en primera ministra de Japón, Takaichi Sanae, asumió el cargo en octubre de 2025, pero según Wada Shizuka las feministas como ella poco tienen que celebrar de sus políticas: estas no abordan las dificultades económicas que sufren las mujeres solteras atrapadas en empleos precarios y mal remunerados.
El 21 de octubre de 2025 Takaichi Sanae se convirtió en la primera mujer en ocupar la jefatura del Gobierno. Yo me hallaba entre aquellos que se congregaron en la Dieta Nacional para presenciar aquel momento histórico, pero sentada en la tribuna de la Cámara de Representantes aquella tarde no sentí ninguna euforia. Cuando se anunció el resultado de la votación de la Dieta la sala estalló en aplausos, aunque no todos los legisladores se unieron a ellos; por mi parte yo sentí un escalofrío que me helaba el corazón, mientras me movía incómoda en mi duro y estrecho asiento.
El feminismo como problema laboral
Lo digo como alguien que ha defendido abiertamente la necesidad de que haya más mujeres en la política japonesa. De hecho, dediqué un libro entero (publicado en 2023) a los logros de Ōiso, en la prefectura de Kanagawa, que ha mantenido la paridad de género en su asamblea municipal durante más de 20 años. Me siento muy identificada con este tema porque yo misma, como mujer soltera de mediana edad, he caído en las grietas de una estructura social basada en el modelo del hombre como único sostén económico, una sociedad en la que las mujeres consideran, con razón, el matrimonio como una red de seguridad vital. Como explico en mi libro, quiero “mujeres políticas que trabajen dentro del sistema para abordar la raíz de estos problemas estructurales”, y construir una sociedad en la que las mujeres solteras como yo podamos disfrutar de un nivel básico de seguridad económica.
Cualquier esperanza que pudiera haber tenido de que la primera ministra de Japón nos acercara a esos objetivos se desvaneció el 20 de octubre, cuando el Partido Liberal Democrático, que dirige Takaichi, y el Partido de la Innovación de Japón (también conocido como Nippon Ishin no Kai) hicieron público su acuerdo de coalición. Aunque el documento esbozaba el entendimiento de ambos partidos sobre una serie de medidas económicas, no hacía ninguna mención a la reforma laboral.
La razón principal por la que las mujeres solteras de mediana edad y mayores se enfrentan a tantas dificultades económicas en Japón es que están atrapadas en empleos precarios y mal remunerados con prestaciones por debajo del nivel estándar. Las mujeres de mediana edad de hoy en día se encuentran en una situación especialmente desfavorable, ya que se graduaron justo en medio de la “era glacial del empleo” que siguió al colapso de la burbuja económica de los años 80. Su única opción en ese momento era el empleo no regular (freelance, temporal y a tiempo parcial). Y por mucho tiempo y esfuerzo que invirtieran posteriormente en reciclarse profesionalmente, por lo general seguían en la misma situación, a menudo sin aumentos salariales ni ascensos durante décadas. A la mayoría de los empleadores ni siquiera se les ha ocurrido la idea de desarrollar el potencial de las mujeres. Yo esperaba que las políticas impulsaran los cambios necesarios para mejorar este pésimo entorno laboral, pero Takaichi no ha mostrado el más mínimo interés en dicha reforma.
No es lo que esperaba
En 2012, Takaichi hizo esta reveladora declaración en una reunión de conservadores del PLD: “Gente que se aprovecha con codicia de todas las ayudas disponibles, fingiendo ser desfavorecidos para sacar provecho… Un país invadido por gente así está condenado a perecer. Recuperemos nuestra nación y hagamos de Japón una vez más una sociedad en la que no se abuse de los demás”. Más tarde insistió en que solo se refería a las personas que cometen fraude en las prestaciones sociales, pero las prestaciones distribuidas indebidamente solo representan alrededor del 0,3 % del total, y la mayor parte de ellas son el resultado de errores de procedimiento. Entonces, ¿a qué se refiere con eso de que el país está condenado?
Mientras tanto, Takaichi no ha dicho nada desde las elecciones presidenciales del PLD en septiembre sobre las irregularidades en la financiación política de su partido, a pesar de las enormes repercusiones públicas del escándalo de los fondos ilícitos de 2023-2024. ¡Hablando de aprovecharse con codicia! De los 46 legisladores del PLD salpicados por el escándalo que se presentaron a las elecciones a la Cámara de Representantes de octubre de 2024, 28 fueron destituidos de sus cargos. El pueblo se ha pronunciado sobre esta cuestión, pero siguen sin respuesta a muchas preguntas sobre el flujo de fondos no declarados dentro de las facciones del PLD. Y en cuanto a la prevención de abusos similares en el futuro, la decisión de prohibir las donaciones de empresas y grupos industriales se ha aplazado indefinidamente. Cuando dije que quería más mujeres en la Dieta, no me refería a más mujeres involucradas en ese tipo de políticas.
Una reacción habitual ante estos sentimientos es que las feministas como yo deberíamos celebrar el nombramiento de la primera mujer elegida primera ministra de Japón, alguien que, además, nació y se crió en circunstancias normales y alcanzó la fama gracias a su esfuerzo y dedicación, aunque su ideología difiera en cierta medida de la nuestra. En mi cuenta de X recibí bastantes mensajes de personas ajenas a mi círculo más cercano que me decían: “¿Cómo puedes llamarte feminista y no animarla?”.
Puedo entender ese sentimiento. El problema es que se trata de nuestra primera ministra. Si fuera la primera mujer elegida para una asamblea local que ha estado controlada por hombres mayores desde el final de la Segunda Guerra Mundial, estaría dispuesta a celebrar el resultado, independientemente de su orientación ideológica (siempre que no fuera una intolerante declarada). Pero se trata de la líder de nuestra nación, y nuestro sustento está en juego.
Un retroceso en el equilibrio entre la vida laboral y la personal
Tras ganar las elecciones a la presidencia del PLD, Takaichi anunció que, personalmente, tenía la intención de “abandonar la idea de un equilibrio entre la vida laboral y la personal” para dedicarse plenamente a sus funciones. Además, justo después de asumir el cargo de primera ministra, ordenó a su ministro de Trabajo que iniciara una revisión de la normativa que limita las horas extras (a pesar de que esto no se mencionaba en el acuerdo de coalición mencionado anteriormente). Las tristemente famosas largas jornadas laborales de Japón son parte integrante de un sistema que durante mucho tiempo ha dependido de las mujeres como trabajadoras domésticas no remuneradas. ¿Qué sucederá si el país da marcha atrás en esta cuestión?
Otro asunto que preocupa mucho a las mujeres es el salario mínimo, que varía según la prefectura. El Gobierno se ha comprometido anteriormente a aumentar el salario mínimo medio nacional a 1.500 yenes por hora para finales de la década. En el entorno inflacionario actual, 1.500 yenes por hora apenas alcanzan para que una persona sola pueda vivir. Pero me preocupa que la actual administración dé marcha atrás incluso en ese modesto compromiso, dada la falta de empatía de Takaichi hacia quienes luchamos por llegar a fin de mes.
Hoy en día, por supuesto, la reacción típica ante este tipo de quejas es: “¿No es eso responsabilidad tuya?”. Mi respuesta a eso es esta declaración de Ueno Chizuko en la ceremonia de matriculación de 2019 de la Universidad de Tokio: “La ideología del feminismo exige que se respete a las personas vulnerables por lo que son”. Como feminista, me resulta imposible celebrar el nombramiento de una primera ministra cuya agenda política aboga por reforzar una estructura social que niega a las personas vulnerables su derecho a ser quienes son.
(Artículo publicado originalmente en japonés, y traducido al español de su versión en inglés. Imagen del encabezado: Takaichi Sanae, en el centro, saluda tras ser elegida primera ministra en el edificio de la Dieta Nacional, el 21 de octubre de 2025 – © Jiji.)



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