Nara Yoshitomo: el valor para enfrentarse a los muros invisibles desde la mirada de un niño
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El pintor Nara Yoshitomo fue seleccionado esta primavera como una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time. ¿Por qué fascinan tanto las niñas de mirada desafiante que aparecen en su obra? Recorremos 40 años de trayectoria artística para explorar la pasión que inspira sus obras.
Una pregunta lanzada a los adultos
El 19 de octubre de 2024, el Museo Guggenheim Bilbao(*1) —ubicado en la Comunidad Autónoma Vasca de España— rebosaba de visitantes. La entrada era gratuita por ser el aniversario del museo, pero además la exposición individual de Nara Yoshitomo, inaugurada en junio, llegaba a su fin.
En cuanto se abrieron las puertas, la masa de asistentes fue absorbida hacia las salas donde se exponían las obras de Nara. Allí, la gran variedad de visitantes pudo disfrutar de las obras cada uno a su manera: una mujer concentrada en cada pintura, un hombre señalando un cuadro y hablando con un niño en un cochecito, una pareja tomándose fotos alrededor de la obra. Según el museo, solo ese día se registraron 11.000 visitantes.
Exposición en el Museo Guggenheim Bilbao. (Fotografía de la autora)
En abril de 2025, Nara Yoshitomo fue nombrado una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista estadounidense Time. La diseñadora de moda Stella McCartney, una de las que nominaron a Nara para la lista, escribe así:
“Su obra no solo es inocente y directa como un niño, sino que también transmite mensajes que necesitamos escuchar, presentados de una manera digerible con humor y claridad.
Nara es un artista que realmente vive el momento en el alma. Está vivo. Al mirar su arte, lo ves y lo sientes. Ese amor por el rock and roll. O cómo observa el mundo a través de los ojos de un niño que no entiende por qué tenemos guerras en lugar de paz; por qué hemos destruido la naturaleza en vez de vivir en armonía con ella.”
Van a cumplirse unos 40 años desde que Nara empezó de manera formal su carrera artística; pese a esto, su obra sigue cautivando a personas sin importar sexo y edad tanto en Japón como en todo el mundo. Repasamos su larga trayectoria creativa para analizar en qué consiste su atractivo.
Interés por el rock and roll y el arte
Nara Yoshitomo nació en Hirosaki, prefectura de Aomori, en 1959. Los 18 años que pasó en su ciudad natal antes de ingresar en la universidad fueron una etapa fundamental en la cultivación de sus sensibilidades artísticas.
Los padres de Nara trabajaban ambos, por lo que durante su niñez pasó mucho tiempo solo en casa. Durante estas horas solitarias desarrolló su imaginación hablando con sus muñecos y con personajes salidos de los libros, así como interactuando con los animales de alrededor: la oveja de un vecino o su propio gato, entre otros.
Durante su infancia también tuvo contacto con la música, algo que se convertiría en el sustento espiritual para el resto de su vida. Desde su hogar, podía captar la señal de la emisora de radio estadounidense FEN —la Far East Network— que iba dirigida al personal militar de la base aérea americana de Misawa, en Aomori. Cuando estaba en primaria, solía divertirse escuchando música occidental en la emisora usando una radio de galena de construcción propia. Cuando ingresó en la escuela secundaria, se convirtió en un ávido oyente de rock y folk estadounidenses.
Fue de esta forma que en plena escalada de la guerra de Vietnam, Nara descubrió el enorme poder de la música de la mano de artistas como Bob Dylan o Neil Young. Eran músicos que, en palabras de Nara, “se enfrentaban al ruido de las bombas y los cañones con el rugido del rock y unas letras que llegan al corazón”. Las carátulas de los discos que coleccionaba con su paga de entonces eran el único estímulo visual en una ciudad donde aún no había museos de arte. Las ilustraciones, fotografías y diseños de los logos en aquellas portadas hicieron que junto a su amor por la música fuera profundizando también su interés por el arte.
Tras terminar el instituto se mudó a Tokio para estudiar en una universidad de arte, pero dejó la carrera al cabo de un año. En 1981 se matriculó en la Universidad de las Artes de la Prefectura de Aichi, especializándose en pintura al óleo y llegando esta vez hasta el posgrado. Su mayor influencia entonces era el movimiento New Painting, que se caracterizaba por sus pinceladas toscas y un intenso uso del color. En 1988 fue a estudiar a Alemania, donde completó su obra Haz el camino, sigue el camino (1990) en la que se aprecian los ecos de esta influencia.
Haz el camino, sigue el camino. © Nara Yoshitomo. Imagen cortesía de la Fundación Nara Yoshitomo. Colección del Museo de Arte de Aomori.
En esta pintura aparecen motivos que posteriormente se convertirían en elementos recurrentes en la obra de Nara: una niña, una pequeña planta, un animal, un cuchillo y una llama. La cara de la chica, que está entregando un cuchillo a un animal de apariencia ingenua e indefensa con aspecto de gato, carece de expresión alguna, distando bastante de los niños de mirada penetrante que Nara crearía posteriormente. El fondo, predominantemente naranja, está pintado con trazos gruesos superpuestos a través de los cuales se vislumbra el contorno de una casa dibujada con líneas verdes. La técnica de cubrir con nuevas capas de color la imagen de una casa dibujada previamente puede interpretarse como una expresión de ruptura espiritual con su lugar de origen.
Las obras emblemáticas de su etapa en Alemania
Durante sus primeros seis años en Alemania Nara estudió en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, donde tuvo de profesores a artistas de primera como Michael Buthe o A.R. Penck. Un día, Penck le aconsejó que pintara libremente sobre el lienzo como si hiciera un dibujo. Nara se dio cuenta entonces de que lo había restringido la idea de que la pintura en lienzo debía ser arte elevado.
A raíz de esta constatación, empezó a recurrir con frecuencia a fuertes líneas negras para dar forma a sus motivos. Fue por esta época que creó La niña con el cuchillo en la mano (1991), en la que aparece una niña de pie mirando hacia arriba mientras empuña un cuchillo, delineada en negro sobre un brillante fondo púrpura que parece ondear como la superficie del agua. La obra determinaría el futuro rumbo de Nara.
La chica con el cuchillo en la mano. © Nara Yoshitomo. Imagen cortesía de la Fundación Nara Yoshitomo. Colección del Museo de Arte Moderno de San Francisco / Colección de Vicki y Kent Logan (donación fraccionada y prometida al Museo de Arte Moderno de San Francisco)
Una vez descubierto este estilo único, Nara comenzó a producir una serie de pinturas consideradas hoy como las más representativas de su carrera. Entre ellas se encuentra Paperas (1996), otra de las piezas maestras de su etapa en Alemania.
Como sugiere el título, la niña de cabeza enorme que protagoniza Paperas tiene un paño atado alrededor de la cabeza, envolviendo unas mejillas hinchadas por la inflamación. La chica nos mira con unos ojos penetrantes y la boca ligeramente abierta, como queriendo decir algo; parece estar soportando el dolor en silencio, mientras expresa su ira hacia el espectador, que ignora o es indiferente a su sufrimiento.
En el lienzo hay pegados trozos rectangulares de tela blanca de algodón, como en retazos. La niña parece flotar en este fondo rústico que recuerda a parches o vendas, aludiendo así también al dolor físico y emocional que sufre.
Paperas. © Nara Yoshitomo. Imagen cortesía de la Fundación Nara Yoshitomo. Colección del Museo de Arte de Aomori.
El cambio de valores tras el Gran Terremoto del Este de Japón
Nara regresó a Japón en el año 2000 después de vivir en Alemania durante unos 12 años. Su fama se disparó tras el éxito de su primera exposición individual a gran escala en Japón, I don’t mind, if you forget me (“No me importa, si me olvidas”, de 2001). A partir de entonces comenzó a recibir ofertas sucesivas para exposiciones individuales tanto en Japón como en el plano internacional, lo que amplió gradualmente sus horizontes como artista.
El Gran Terremoto del Este de Japón en marzo de 2011 fue un gran punto de inflexión para Nara. El desastre que azotó su tierra natal de Tōhoku fue una experiencia que sacudiría también con fuerza los cimientos de su proceso creativo, llevándolo a replantearse sus valores.
Señorita Primavera (2012) es una pintura creada al año siguiente. Si bien los bustos de niñas eran ya desde antes un motivo muy querido de Nara, este retrato tiene un tamaño más grande de lo habitual y su encuadre se asemeja a una foto de carnet. La expresión contenida de la niña que mira directamente al frente, con sus contornos deliberadamente difusos y capas de color expuestas a la vista, fue el resultado de la búsqueda del artista por expresar “un estado mental difícil de condensar”, en la que la tristeza y la ira producida por el desastre natural y el consiguiente accidente nuclear se mezcla con la alegría de poder seguir viviendo el día a día.
Señorita Primavera. © Nara Yoshitomo. Imagen cortesía de la Fundación Nara Yoshitomo. Colección del Museo de Arte de Yokohama.
Por su parte, el cuadro Power in a Union (2024) que presentó el año pasado está inspirado en la canción de Billy Bragg There Is Power in a Union (1986), en la que el cantante llama a la solidaridad entre trabajadores.
Power in a union. © Nara Yoshitomo. Imagen cortesía de la Fundación Nara Yoshitomo.
En ella presenta una figura sencilla de torso infantil y frágil, pintada en un tamaño tan desproporcionado que desborda el panel de aproximadamente un metro de altura. Nara utiliza a menudo motivos caracterizados por la pequeñez o lo infantil, pintándolos a una escala desproporcionadamente gigantesca que los dota de un nuevo significado y mostrando así que los seres aparentemente débiles, en realidad, poseen una gran fuerza. La pintura transmite igualmente la noción de que los débiles, como el personaje de la imagen, pueden ejercer un gran poder precisamente cuando se unen. En la sociedad actual en la que sigue creciendo la brecha entre los que tienen y los que no, Nara envía de este modo un mensaje muy vigente a través de esta obra.
Pequeños golpes contra los muros invisibles
Nara es un ávido lector desde que era niño. Su familiaridad con la literatura hizo que cultivara un singular sentido de las palabras que se aprecia en muchos de los poemas que escribió en la década de 1990. Uno de ellos, Arashi no yoru ni (“En una noche tormentosa”), dice así:
Esta realidad en la que existimos está llena de alienación e indiferencia;
a veces se lleva consigo hasta las inquietudes.
Incluso si en ese campo magnético negativo
no pudiera mover ni un músculo,
me gustaría ir dando pasos, aunque sea en diagonal.
Aunque sea dar más y más vueltas en el laberinto
quiero seguir pegando pequeños golpes a los muros invisibles
y sonreír, imperturbable.
*De Fukai fukai mizutamari (“Un charco muy muy profundo”; Kadokawa Shoten, 1997)
Este poema fue escrito hace unos 30 años. Para entonces ya había comenzado esta difícil época que vivimos en Japón; hoy en día seguimos sin ver una salida clara. Sin embargo, ante cualquier adversidad, Nara sigue “dando pasos, aunque sea en diagonal”, mientras asesta “pequeños golpes a los muros invisibles” a través de su obra. Cuando Stella McCartney decía de él que es un artista que realmente vive el momento en el alma, seguramente estaría pensando en esta actitud de constante coherencia que muestra Nara.
En estos tiempos difíciles, las obras de Nara siguen brindando así consuelo a muchas personas de todo el mundo, transmitiendo el coraje de enfrentarse sin miedo a las fuerzas más grandes y la actitud desenfadada de intentar siempre sonreír imperturbables.
Museo de Arte de Aomori
Ubicado junto a las ruinas del periodo Jōmon en Sannai-Maruyama, el museo comenzó a albergar obras de Nara Yoshitomo en 1998. Hoy en día cuenta con más de 170 piezas. Sitio web oficial: Museo de Arte de Aomori
Imagen del encabezado: Nara Yoshitomo en la inauguración de su exposición en el Museo Guggenheim de Bilbao, España. 27 de junio de 2024, AFP / Jiji.
(Traducido al español del original en japonés.)
(*1) ^ La visita de la autora a la exposición de Nara Yoshitomo en el Museo Guggenheim Bilbao es parte del programa de envío al extranjero de curadores de arte que organiza Anonymous Art Project.
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