Takaichi Sanae, mujer y conservadora: la apuesta de un partido en decadencia
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Takaichi Sanae, una conservadora de la línea política del fallecido Abe Shinzō, es la nueva presidenta del Partido Liberal Democrático. Aún no se sabe si tendrá el suficiente talento para lidiar con los muchos problemas que aquejan a esta fuerza política. Para empezar, deberá establecer nuevas alianzas si desea encabezar un Gobierno estable.
¿Abanderada de la “Reconquista”?
A la tercera va la vencida. Takaichi lo había intentado antes en dos ocasiones: en 2021 y en 2024. En las elecciones internas de 2024 vio cómo el actual primer ministro, Ishiba Shigeru, la vencía en la segunda vuelta después de haber obtenido menos apoyos que ella en la primera. En estas últimas elecciones a la presidencia del Partido Liberal Democrático (PLD), sin embargo, ella ha sido la candidata más votada en las dos vueltas, derrotando en toda regla a su principal rival, Koizumi Shinjirō.
Takaichi ha demostrado tener un apoyo mucho más amplio que sus rivales entre las bases de militantes y simpatizantes del partido. Se ha llevado cerca de 250.000 votos (40 %) y ha sido además la más votada en 31 de las 47 prefecturas del país. En la segunda vuelta, en la que se concedía un mayor peso relativo al voto de los representantes del partido en la Dieta (Parlamento), se preveía que estaría en desventaja frente a Koizumi. Pero, contra todos los pronósticos, desde una sólida posición en las prefecturas ha tendido un cerco alrededor de los parlamentarios, condicionando fuertemente su voto.
En el pasado habían ocurrido cosas similares. En 1978, cuando el PLD inauguró el sistema de primarias a la presidencia mediante el voto de militantes y simpatizantes, Fukuda Takeo, que ocupaba ya el cargo de primer ministro y creía ser el favorito, sucumbió ante Ōhira Masayoshi. “La voz del cielo es algunas veces una extraña voz”, dijo Fukuda, quien decidió no presentarse a las elecciones a la presidencia del partido y dimitió en pleno como primer ministro, consciente de que no podía ignorar el veredicto emitido por las bases.
En las presidenciales internas de 2001, el voto de las federaciones prefecturales fue en su gran mayoría para Koizumi Jun’ichirō. Desde esa fuerte posición, pudo atraerse también el voto de los parlamentarios, con lo que infligió una severa derrota al favorito, Hashimoto Ryūtarō. La lógica que se ha impuesto en el partido es que el voto de las bases es la “voz del pueblo” y que el partido no puede permitirse ignorarla. Y esa lógica ha funcionado también en esta ocasión.
Para saber qué hay detrás de esta movilización del voto de las bases hacia Takaichi, no hay más que atender a sus propuestas. Takaichi propugna la política fiscal proactiva y la flexibilización monetaria, quiere también reforzar la defensa nacional y la presencia internacional de Japón, y expresa a menudo su preocupación por la decadencia del país. Se sitúa plenamente en la línea de Abe y sostiene sus ideas con el mismo entusiasmo y la misma pasión.
Lamenta los “30 años perdidos” de Japón, un periodo de estancamiento económico durante el cual los salarios no han ido a la par del coste de la vida y la situación de las generaciones en activo no ha mejorado en absoluto. En esta situación se ha producido una llegada masiva de turistas extranjeros y un aumento también de los residentes procedentes de distintos países, con las consiguientes fricciones y frustraciones.
Algunos han tratado de aprovechar esta situación lanzando propuestas como la de “aumentar los ingresos netos” (Partido Democrático para el Pueblo) o consignas como “los japoneses primero” (Sanseitō). Estas fuerzas políticas han atraído a una buena parte del voto conservador del PLD y no cabe duda de que muchos militantes estiman que para recuperar ese voto es necesario retomar el rumbo político marcado por Abe. Y para izar la bandera de esa “reconquista”, se ha elegido a Takaichi, primera mujer en dirigir el partido.
El falso “cambio de gobierno”, especialidad del PLD
Mirándolo desde el punto de vista de las corrientes ideológicas dentro del PLD, la llegada de Takaichi a la presidencia del partido es uno de esos “falsos cambios de gobierno” a los que estamos ya acostumbrados. El influjo de Abe fue diluyéndose progresivamente con sus dos sucesores, Suga Yoshihide y Kishida Fumio, y esa tendencia se ha acentuado todavía más con Ishiba Shigeru.
En cuanto a este último, Ishiba ha reconocido que se entiende bien con Noda Yoshihiko, líder del opositor Partido Democrático Constitucional de Japón, al que además le unen vínculos de amistad, ya que fueron de la misma promoción. La existencia de este nexo personal explica que continuamente se mencione la posibilidad de una gran coalición entre las dos principales fuerzas políticas del país. Ishiba, más que situarse en el centro-derecha, puede decirse que es considerado un centrista con un fuerte tinte liberal.
El ascenso de Takaichi al poder se presenta como un enérgico golpe de timón hacia el conservadurismo, una maniobra muy en la línea de las estrategias de “prolongación de la vida” para mantenerse en el poder en las que el PLD ha demostrado tanta maestría.
El PLD nació en 1955 de la fusión del Partido Liberal, liderado por Yoshida Shigeru, y el Partido Democrático de Japón de Hatoyama Ichirō. Desde sus inicios han existido dos corrientes en su seno, entrelazadas hasta nuestros días.
La corriente del Partido Liberal se inicia con el citado Yoshida y llega hasta Tanaka Kakuei, pasando por Ikeda Hayato y Satō Eisaku. Kishida heredó la dirección de la facción Kōchikai, fundada por Ikeda. Ishiba, por su parte, dio sus primeros pasos en la política bajo el padrinazgo y guía de Tanaka. Se sitúa, pues en la línea de la doctrina Yoshida, de poner el peso en el desarrollo económico sin incidir demasiado en los temas de defensa nacional, aprovechando a este fin la alianza nipo-norteamericana. Tradicionalmente se ha considerado la hoshu honryū o corriente principal conservadora, una expresión que ya apenas se oye.
La principal corriente dentro del antiguo Partido Democrático de Japón es la que se inicia con Kishi Nobusuke, pasa a Fukuda Takeo, a Abe Shintarō, de este a Koizumi Jun’ichirō y a Abe Shinzō, alrededor de la antigua facción Seiwakai. En cuanto a política económica hay notables diferencias entre ellos, pero todos tienen en común su conservadurismo y su tendencia a reforzar la capacidad de defensa y a tratar de conseguir una reforma constitucional.
Es dentro de estas corrientes donde hay que situar la forma en que se han ido pasando el relevo unos a otros, de Kishi a Ikeda en los primeros tiempos del partido y últimamente en la línea Abe-Suga-Kishida-Ishiba. La continuación, Takaichi, perteneció al antecesor de la extinta facción de Abe y, aunque se autocalifica de “conservadora moderada”, es vista como “conservadora radical”.
Tampoco conviene olvidar que la entrada en escena de Takaichi se produce en un contexto internacional de grandes transformaciones. China se ha convertido en un gigante y comienza a comportarse como tal. Corea del Norte presenta un rostro cada vez más amenazador. Rusia se obstina en continuar su ataque sobre Ucrania. Y en Estados Unidos el presidente Donald Trump está decidido a destrozar el orden internacional emanado de la Segunda Guerra Mundial. En Occidente, la extrema derecha refuerza sus posiciones en las sucesivas elecciones que se celebran.
Japón, por su parte, va empequeñeciéndose y su presencia internacional es cada vez más insignificante. En el país se respira una atmósfera depresiva y el temor a un enfrentamiento armado en el estrecho de Taiwán da alas a los políticos que alientan el nacionalismo. Para Takaichi, que tanto desea un Japón fuerte, soplan vientos sin duda favorables.
¿Será posible una amplia coalición de Gobierno?
De cara al nacimiento de un nuevo gabinete en torno a Takaichi, el primer reto será ampliar el marco para la formación de una coalición. En la situación actual, con un PLD en minoría en la Dieta, no va a ser posible aprobar unos presupuestos ni sacar adelante proyectos de ley si no se pacta previamente con la oposición. El método seguido por el actual gabinete de Ishiba de ir estableciendo acuerdos puntuales para cada proyecto no es nada fácil. Para estabilizar el Gobierno cada vez es más necesario crear un nuevo marco que incluya a otras fuerzas de oposición.
Takaichi se ha mostrado favorable a ampliar ese marco ya desde el periodo de campaña para las elecciones internas. En la rueda de prensa que convocó tras asumir la presidencia el día 4 manifestó su disponibilidad de debatir posturas y llegar a acuerdos programáticos con partidos de la oposición.
Su invitación se dirige fundamentalmente al Nippon Ishin no Kai y al Partido Democrático para el Pueblo. El primero ya ha mostrado su disponibilidad a negociar si es invitado a hacerlo y el segundo está observando el panorama antes de dar una respuesta.
Sin embargo, Saitō Tetsuo, líder del Kōmeitō, el que era socio de coalición del PLD, planteó exigencias. Al recibir la visita de Takaichi el mismo día de su nombramiento, dijo claramente que si la nueva presidenta del PLD no disipaba los temores que inspira una posible visita al santuario sintoísta de Yasukuni, no habría posibilidad de reeditar la coalición. Dejaba así en claro que el Kōmeitō no iba a darle carta blanca. El Kōmeitō no podía aceptar que la coalición de Gobierno se ampliara hacia el Nippon Ishin no Kai, su competidor directo en varias circunscripciones electorales unipersonales de Osaka. (Nota del editor: El Kōmeitō anunció la ruptura de la coalición con el PLD el 10 de octubre.)
Visto desde una cierta distancia, es un episodio más en el proceso de decadencia de una fuerza política, el PLD, que cumplirá en noviembre sus 70 años de existencia.
El PLD logró mantenerse en el poder ininterrumpidamente durante 38 años, hasta 1993. Ese año perdió el poder ante una coalición de partidos de la oposición, pero lo recuperó rápidamente, en 1994, concediendo la jefatura del Gobierno al líder del Partido Socialista de Japón, Murayama Tomiichi. Su entendimiento con el Kōmeitō data de 1999. En años posteriores, el PLD solo ha estado lejos del poder durante tres años y tres meses a partir de 2009, cuando el Partido Democrático de Japón ganó las elecciones.
Un aniversario que el PLD afronta con sus fuerzas muy mermadas
El PLD puede compararse a un personaje que sufrió un gran revés a los 38 años, afrontó luego serias dificultades para encauzar su vida en soledad y a los 44 encontró un socio con el que logró entenderse convenientemente. A los 54 estuvo convaleciente de ciertos males, recuperó la forma física hacia los 57 y ahora está a punto de cumplir los 70. Pero su precario estado actual le impide seguir viviendo sin la concurrencia de un segundo socio que lo apoye. Y la única perspectiva que se abre ante él es la de un progresivo deterioro de su estado.
El PLD tiene en su seno un amplio espectro ideológico. Es un cajón de sastre en el que puede encontrarse de todo, incluyendo a los liberales. Pero los sectores más derechistas se han escindido de él y formado nuevos partidos como el Sanseitō o el Partido Conservador de Japón. En el espacio del centro derecha le han surgido también fuertes competidores como los referidos Nippon Ishin no Kai y el Partido Democrático para el Pueblo. El espacio del PLD se ha ido estrechando.
El desafío al que se enfrenta Takaichi es cómo recuperar espacios por la derecha sin descuidar el centro conservador, para estar así en condiciones de crear una nueva coalición que asegure la continuidad del PLD en el poder.
El modelo es, también en este caso, Abe Shinzō. Abe era un político de pensamiento conservador, pero con una faceta realista firmemente desarrollada, que supo sacar adelante medidas políticas del agrado del centro liberal, como el aumento de los salarios, la promoción de la participación de la mujer o la “reforma del estilo de trabajo” para la conciliación de la vida laboral y la familiar. Se las arregló para apaciguar a los sectores más conservadores al tiempo que se atraía a un amplio sector de votantes de centro no identificados con ningún partido, consiguiendo mantenerse en el poder durante un largo periodo. Si Takaichi es, como pretende, una “conservadora moderada”, deberá empezar por cuidar el centro sin por ello descuidar a sus bases de apoyo derechistas, y estos malabarismos no le van a resultar fáciles de hacer.
Takaichi ha anunciado que para mantener la unidad interna del partido incluirá bien en la ejecutiva del partido, bien en su hipotético nuevo gabinete a todos sus competidores en las últimas elecciones internas. Pero comprometer en su proyecto a todos los sectores ideológicos y a todas las bandas de edad del partido tampoco le va a ser fácil.
Se ha señalado de ella que tiene una marcada tendencia a tratar de solucionar todos los problemas por sí misma. Habrá que ver si ahora es capaz de rodearse de personal competente y formar un equipo fuerte y bien cohesionado que dé estabilidad a ese posible gabinete. Y habrá que ver también si es capaz de rehacer un partido que se está debilitando y de insuflar nuevas fuerzas a un país en decadencia para hacerlo “una vez más fuerte y rico”. Si fracasa, las consecuencias pueden ser catastróficas.
Fotografía del encabezado: Takaichi Sanae junto al fallecido Abe Shinzō en una reunión sostenida en octubre de 2014 en la oficina de este durante su mandato como primer ministro. (Jiji Press)
(Traducido al español del original en japonés.)
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