Volver a lo esencial: lo que Japón y China deben hacer con respecto a la cuestión de Taiwán

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La “cuestión de Taiwán” y la respuesta dada por China se han convertido en asuntos que afectan a la primera ministra Takaichi Sanae en el inicio de su legislatura. Un diplomático veterano analiza los documentos fundamentales que sustentan las relaciones sinojaponesas actuales en busca de sugerencias sobre la forma en la que ambas partes deberían proceder.

La importancia de un precedente diplomático

Las relaciones sinojaponesas atraviesan un período de agitación desde que el pasado 7 de noviembre la primera ministra Takaichi Sanae hiciese un comentario en la Dieta respecto a una hipotética “contingencia en Taiwán” que implicaría el uso de la fuerza por parte de China para bloquear rutas marítimas en la región o la toma de otras medidas para reunificar dicha isla con el territorio continental, lo que podría obligar a Japón a ejercer el derecho a la autodefensa colectiva.

“Cuando las cosas se complican demasiado, vuelve a lo esencial y reconsidéralas”. Este es un consejo que suele ofrecerse, pero en el caso de la situación actual entre Japón y la República Popular China, se convierte en una máxima a la que debemos prestar atención. Esto significa volver al Comunicado Conjunto entre los Gobiernos de Japón y la República Popular China de 1972. El artículo tercero de este documento, por el que se normalizaron las relaciones entre ambos Estados hace más de medio siglo, reza lo siguiente:

El Gobierno de la República Popular China reitera que Taiwán es una parte inalienable del territorio de la República Popular China. El Gobierno de Japón comprende plenamente y respeta esta postura del Gobierno de la República Popular China, y mantiene firmemente su posición conforme al artículo 8 de la Declaración de Potsdam.

Una lectura al pie de la letra de esta declaración conjunta indica que Japón debe hacer algo más que expresar un entendimiento de las reclamaciones de China para “respetarlas”. En definitiva, significa que el Gobierno de Japón debe evitar hacer declaraciones o tomar medidas que contravengan la posición expresada por China al respecto.

Esto quiere decir que las autoridades japonesas deben evitar todas las acciones que sugieran un reconocimiento de Taiwán como algo más que un territorio de la República Popular China. En concreto, deben actuar con cautela ante cualquier iniciativa que pueda interpretarse como un reconocimiento oficial de Taiwán como una entidad política independiente en la comunidad internacional.

Yendo un paso más allá, debemos también considerar que esto implica que cualquier tipo de pronunciamiento o acto político significativo —dejando a un lado las interacciones del sector privado en las esferas económica, cultural, deportiva, etc.— debe ser evitado por los representantes del Ejecutivo japonés. Esto quiere decir que los altos cargos del Gobierno de Japón deben ser extremadamente cautelosos en cuanto a la idoneidad de sus interacciones con líderes políticos y otras personalidades importantes de Taiwán.

No sorprende, pues, que Pekín haya respondido negativamente a las declaraciones de la primera ministra Takaichi. Al fin y al cabo, las autoridades de Japón deben adherirse a la postura de respetar la posición de China sobre la cuestión de Taiwán.

Ambas partes deben mostrar precaución

Al mismo tiempo, la declaración de 1972 también recogía aspectos que la parte china debe tener en cuenta —a saber, que Tokio respeta su parte del acuerdo de conformidad con el artículo 8 de la Declaración de Potsdam, que afirma, entre otras cosas, que “La soberanía japonesa quedará limitada a las islas de Honshū, Hokkaidō, Kyūshū, Shikoku y a aquellas islas menores que determinemos”. El significado fundamental de esto es que, con su capitulación al final de la Segunda Guerra Mundial, Japón entregó sus antiguas posesiones coloniales, incluida Taiwán, cuyo destino sería determinado desde entonces internacionalmente (por el bloque Aliado vencedor). La importancia de este pasaje radica en que la cuestión de Taiwán no debe ser decidida unilateralmente por China, sino más bien como una cuestión internacional. También China tiene que demostrar que comprende esta postura.

El Comunicado Conjunto de 1972 y el Tratado de Paz y Amistad entre Japón y la República Popular China, firmado en 1978, representan también acuerdos entre dos partes que, tal como señala el primer documento, “resolverán todas las controversias en sus relaciones mutuas por medios pacíficos y se abstendrán del uso o la amenaza del uso de la fuerza”. En pocas palabras, esto quiere decir que cualquier conflicto que surja en torno a Taiwán, que por definición es un asunto internacional, es un conflicto en el que China no debe intervenir con la fuerza como herramienta para su resolución. Y Japón, por su parte, debe evitar utilizar su propia fuerza y buscar una resolución a través de medios pacíficos.

Si las palabras o acciones de la primera ministra Takaichi, o la respuesta del Gobierno chino a las mismas, contradicen el contenido del Comunicado Conjunto de 1972, es entonces responsabilidad de ambas naciones reflexionar profundamente sobre el espíritu de dicho documento.

(Publicado originalmente en japonés el 8 de diciembre de 2025. Imagen del encabezado: el primer ministro Tanaka Kakuei, a la izquierda, y el premier chino Zhou Enlai, a la derecha, firman el Comunicado Conjunto entre China y Japón el 29 de septiembre de 1972. © Kyōdō.)

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